¿Qué hubiese sido mejor: haber prestado mucha más, o algo menos de atención?’
Una conversación/reflexión de Luisa Osejo con Vladimir Rodríguez a propósito del estreno de su obra.
Su experiencia de creación y producción con la Universidad de las Artes, La Fábrica, su propia Compañía fundada en el 2003 -Cortocinesis-, y su trabajo con el piso móvil (sistema implementado hace varios años por el colectivo al que pertenece Vladimir Rodríguez, el cual permite la construcción de un tipo de ejecución y un tipo de motricidad que tiene que ver con la fluidez, con la densidad espacial y con la simultaneidad del movimiento, con la corporalidad), interesan a Josie Cáceres, directora de la CNDE quien invita al coreógrafo a trabajar con el elenco de 14 bailarinxs a quienes el coreógrafo reconoce como “equipo humano co-creador de la pieza”
El cuerpo, su sonido/ruido como conducta necesaria que refiere y concierne a la expresión: aquella emisión de la corporalidad emergida en cada momento en el que la misma ocupa y moviliza el espacio; es la búsqueda que, en función de la apatía, grafica la acción, puesta en escena, de la obra dirigida por el coreógrafo colombiano Vladimir Rodríguez, quien en 28 de junio estrenó en el teatro de la Compañía Nacional de Danza del Ecuador.
Durante el diálogo, el artista manifiesta una comprensión y relación personal con el teatro, como área trascendental que constituye un medio de conocimiento. Es decir, se refiere a un campo a través del cual un equipo humano crea un soporte existencial que posibilita explicaciones y da sentido a las múltiples experiencias de la humanidad. Es este uno de los lugares que moviliza a Vladimir a reflexionar y cuestionar las dinámicas de su sociedad, especificando mismas no toman parte antes o después de la obra, sino durante.
“Yo digo, el teatro busca respuestas. También trata de poner esa humanidad, esa fragilidad, esa ultra violencia que tiñe a esta misma humanidad, en escena, en observación… para provocar que la gente diga ‘mira cómo estamos actuando’ -. Yo, particularmente no soy el más optimista de los humanos…
Con el teatro se habilitan universos en donde existen mecanismos que pueden activar desde lo social, desde lo psicológico, desde lo personal y desde lo individual…Pienso que suceden cambios transcendentales con la gente que es tocada por el teatro: tanto espectadores como actores.”
Respondiendo, precisamente, a aquel cuestionamiento desde el cuerpo y con el movimiento, se trata desde ‘la apatía’:
“…este asunto no es moralista…sino es algo de exposición. Supone poner en evidencia eventos, lo que somos… Soy apático. Somos apáticos...
Aparecen en el proceso: la vejez, la discapacidad, la agresión, la violencia, el maltrato patriarcal. El amor, la pareja que se encierra en sí misma, indiferente a lo que pasa a su alrededor. Todos estos momentos, estos roles, vinieron a fundar la idea de la masa/pueblo que sale de una gran catástrofe post-apocalíptica. Una catástrofe natural, una catástrofe nuclear. Los personajes salen homogenizados por el desastre. La misma catástrofe los pone en un mismo lugar, no existe jerarquía, no existen niveles. Los pinta a todos igual, a todos de blanco. Si la catástrofe es volcánica, los pone a todos de negro. Entonces, todos estábamos en esa misma situación: personajes rotos por la catástrofe.
En este sentido, la memoria entra en juego yse ocupa, también, como un eje fundamental ¿Qué hubiese sido mejor: haber prestado mucha más, o algo menos de atención? Una dirección reflexiva que se construye con el cuerpo y refiera a la vinculación entre el pasado, el cual como hecho ocurrido no tiene cambio, pero a su vez plantea otra posible sucesión, a darse en el presente o en el porvenir. Es “esta es una pieza existencial que reflexiona sobre la vida misma”.
Como antecedente, el trabajo histórico Escrito Absurdode Omar Carrum, en el 2010, abre el campo de la investigación de Vladimir Rodríguez, el cuestionamiento del cuerpo como componente expresivo y su necesidad para volverse punto de conexión con respecto a la gente que lo observa. Es decir, se pregunta por el cómo y el qué se debehacer con el cuerpo para lograrlo y, se enfatiza en la necesidad de descubrir la motricidad expresiva, no solo en el sentido de una destreza admirada por un espectador, sino como la posibilidad de encontrar mecanismos que activen tal expresión.
Supone, entonces, activar la pregunta sobre su funcionamiento, ¿cómo toma lugar esa expresión? ¿dónde se encuentran los músculos que contraen aquellas fibras y dónde están esos mecanismos que las activan? ...Y aquí aparece el sonido/ruido como elementos necesarios para ello; modos mediante los cuales el artista supone sacar del hábito a la gentey posicionar preguntas teatrales que inquieten:
“Ahí está la trascendencia de ese cuerpo que sale a escena…”