¿Qué hubiese sido mejor: haber prestado mucha más, o menos atención? /Genoveva Mora Toral
Vladimir Rodríguez, el coreógrafo, lo dice en el programa de mano, es una obra inspirada en May Bde Maguy Marin, y efectivamente el referente se evidencia, al igual que el original tiene como premisa conseguir un lenguaje teatral que, si bien requiere de la destreza del bailarxn, demanda subsumirlo y revestirse de una estética completamente distinta a la habitual. Rodríguez despliega el significado, agranda el tiempo potencial para construir una pregunta completa y sin embargo abierta ¿Qué hubiese sido mejor…?Colocando, con este cuestionamiento, al espectador en una posición crítica ¿frente a qué? ¿a la catástrofe de un mundo que se quiebra, a la falta de atención a sí mismo y al otro, a la memoria?
Temáticamente la obra proyecta un campo amplio para la reflexión, pues nadie queda impávido ante las potentes imágenes, silencios, y quietud creadas por los intérpretes y, en general ante la atmósfera que se construye mediante el diseño sonoro de Mauricio Proaño, la composición musical de Marcelo Villacís, así como el diseño de iluminación. Esta invitación está pensada para afectar al público y creo cumple su objetivo, no se puede abstraer ante la miseria humana, ante el despojo que deja una catástrofe; o quién sabe si ante la audacia de mirar hacia atrás y sabernos responsables de tanto descalabro.
Sin embargo, cuando nos adentramos en una propuesta de danza (o danza teatro), es inevitable hacer también otras preguntas, por ejemplo, acerca de la dramaturgia de la obra, del lenguaje, que deviene además en una dramaturgia corporal; también nos cuestiona la palabra como parte de esta construcción. De hecho, los textos de Rodrigo García, por momentos encajan en este devenir, y quizá podrían hacerlo de manera más potente si quienes los verbalizan consiguieran fusionarlos en ritmo y potencia a su lenguaje corporal, pues son contadas las -dos- voces que logran su cometido.
La puesta instala en escena a un grupo humano pos apocalíptico, una muchedumbre que luego de la catástrofe se ha igualado en la desgracia, se asemeja en continente pero jamás en contenidos, y eso lo percibimos en su gestus,que es a donde apunta esta marca coreográfica, los intérpretes se internan en el campo teatral y si bien, les cuesta sostenerlo, dan cuenta de apropiación de este lenguaje, que durante la obra está atravesado, irremediablemente, por aquel que ya conocen.
¿Qué hubiese sido mejor…?nos sitúa en el mundo de la ficción, de algo imaginado o algo vivido, porque la memoria también se transmuta en quimera con el paso del tiempo. “Un artista tiene que pasarse”anota un personaje mientras la danza asoma en su lenguaje habitual, sucede entonces una especie de juego entre presente y el pasado que no muere, entre el “adentro donde está el teatro”, y el “afuera donde está la danza”, como en otro momento precisa un personaje.
“… la vida es única, es una pasada”grita un cuerpo vigoroso que evade el gesto destruido, se desplaza y salta en un intento de huida para luego regresar a ese estado espeluznante donde los cuerpos son espectros. Existe además una marca en el espacio, hay una línea que no se debe cruzar, si estás a salvo no atravieses al infierno del dolor, mas el humano es un ser que desafía y, una de ellas juega con el miedo, cruza la línea, mientras otro sale y eleva su voz “ yo les juro que trataré de ir lo más lejos posible en el tiempo, toda esta gente indigna necesitada de comprensión, por eso me pregunto ¿Qué hubiese sido mejor…?
La atmosfera se ha vuelto más tensa, la intensidad de este discurso sube el ritmo y augura un desenlace que, no es exactamente el esperado porque acontece que se anclan en su el lenguaje dancístico y dramatúrgicamente se da una suerte de ralentización, o quizá eso sucede cuando están fuera de la ‘línea’ que, precisamente se ha vuelto opaca y ya no sabemos dónde está la debacle. Varias escenas de pareja, armonía amor y paz, el chiché se impone hasta que, poco a poco empiezan a aparecer los marginales, volvemos a la convención, que dura poco, porque incluso vemos personajes que sucumben en su propio virtuosismo…, y eso nos recuerda que se trata también de un encuentro entre la danza y el teatro, una amalgama pensada para ahondar este discurso corporal.
Dejamos la sala cargadxs de imágenes, de pensamientos y, como ocurre después de un trabajo inteligente, hurgando en nuestra mirada/memoria repleta de material para ser decodificado. Salimos afectadxs, la muestra ha cumplido su objetivo.
Ficha técnica.
Coreografía y dirección: Vladimir Rodríguez
Intervención en el diseño coreográfico: Jorge Alcolea
Diseño de sonido/sonoridades: Mauricio Proaño
Temas musicales: Marcelo Villacís (Bach with Love y Prelude)
Textos: Rodrigo García (libre selección)
Adaptación/ Diseño de Espacio/Diseño de iluminación: Vladimir Rodríguez
Asesoría de iluminación: Gerson Guerra
Diseño de vestuario: Lía Padilla
Elementos de utilería: Lía Padilla y Sylvia Tello
Diseño gráfico e Imagen fotográfica: José Toral
Registro fotográfico: Silvia Echevarria y Gonzalo Guaña
Videos promocionales: Christian Cepeda y David Padilla
Guayaquil, Fragmentos de junio 2019