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RASGUÑO O LA MUERTE DE LA AUTORA / Santiago Ribadeneira Aguirre   

Rasguño. Carmen Elena Jijón, Leon Sierra Páez, Gonzalo Estupiñán López, Juan Daniel Terán. Foto Joege Romo

RASGUÑO O LA MUERTE DE LA AUTORA / Santiago Ribadeneira Aguirre  

El concepto de primera instancia (para el análisis y la comprobación escénica) es el de performance que intenta crear una posibilidad de definición en el ámbito del proceso creativo. Que lo potencia, además. Es un concepto para mostrar las particularidades de la innovación, como un estatuto obstinadamente impuntual y anacrónico o extemporáneo, desplazado del tiempo. Es la escritura (y la dramaturgia)  que se ve cuestionada a sí misma y alterada por los personajes. 

Rasguño. Carmen Elena Jijón, Foto Jorge Romo

Existe un ‘umbral de existencia’ que comienza y termina en el exterior del lenguaje. Eso parece proponer la obra Rasguño de Carmen Elena Jijón y de la Compañía del Estudio de Actores que plantea la gran dicotomía en la que se debaten los dos personaje, una mujer y un hombre encerrados en las páginas de un texto y el deseo de liberarse como un ejercicio cada vez más inútil como necesario. Es lo performativo y lo singular del ‘conflicto’ que colinda con el teatro conceptual y las artes escénicas, que se despoja de las ataduras temporales, y se espacializa. Todo lo que sucede o acontece en el escenario se infiere desde esa performance espacializada.

Rasguño. León Sierra, Foto Jorge Romo

 Entonces, el cuestionamiento es vital: ¿quién escribe y desde dónde se lo hace? O, ¿quiénes y qué elementos permiten que la narración se desplace hacia una multiplicidad de situaciones para una posibilidad de historia? Había una vez… Es el artificio básico que la escritora ensaya para poner en suspenso la realidad. La de Él y la de Ella, que tiene un amante imaginario o real, que además es el abuelo de su novio. El plan de su escritura es construir un tiempo estratificado, de retumbos y resonancias para que el tiempo (el de la representación) solo sean superposiciones, capas y sedimentos.

Rasguño. Gonzalo Estupiñán López, Juan Daniel Terán

La escritora del texto en el inicio está dentro de un baúl y aporrea una máquina de escribir. Narra o cuenta los antes y los después de los personajes, (Carmen Elena Jijón y León Sierra) pero intercalados, interpolados. La escritora (y Ellos,) descubre el devenir (Deleuze). Los planos y cotas del texto estallan cuando los personajes se niegan a rubricar un pacto para que la ficción acontezca. Ese es el sentido de su rebelión y de su existencia cuestionada. Como en los cuadros descriptivos del pintor norteamericano Edward Hooper, mencionado en la obra, cercanos al realismo, quién dijo: ‘la respuesta a todo está en el lienzo’. En el caso de la obra Rasguño (dirección de Gonzalo Estupiñán) lo psicológico, el entorno, la iluminación –donde prima el color verde–, definen el carácter de extrañeza y la magnífica supremacía del espacio que los espectadores procesan a su arbitrio. El sol de la mañana de Hooper (1952) está colgado en la pared, junto a algunos adminículos como cabezas de cerdo también desperdigas en el suelo.

 Veamos la siguiente escena, tomada del texto original, con sus matices y susurros semánticos:

La escritora: Escena 2 / Día 2: la escena se lleva a cabo cerca de la casa del espectador. En un lugar abierto, de preferencia un parque, la escena se transporta a distintas locaciones durante el día, dependiendo de donde viva el público.  Si se da en el teatro, ya no será afuera, sino dentro de él, pero no en la sala de teatro, de preferencia en la cafetería, de tenerla. Ella y él se encuentran cubiertos por imágenes de insectos que proyectan sobre su piel -con una linterna o con mapping-. Ella saca el caparazón de una tortuga, lo usa como escudo para protegerse, cuando descubre al público se tranquiliza, están en una especie de camping precario.  Él se la quita y lo usan para cocinar en una fogata hecha al aire libre. Van pelando una pila de papas, mientras cocinan. Para cocinar solo utilizan cuchillos, de distintos formantos, incluso uno eléctrico.  Instalan primero al público en una mesa cercana y le sirven agua en una copa.  Hay cráneos de cerdo esparcidos por el piso.

Foto: Jorge Romo

 Los espectadores son aludidos y señalados como testigos y cómplices. Es lo paralizante y lo insensato del suceso y es aquello que permite, en el desgloce de situaciones, las múltiles tramas de sentido, los rasguños de una existencia compartida, la de la escritora y la de los personajes, que va de la de la fición a la irrealidad para escapar de cualquier lógica. La disdascalia última señala los pormenores y el desenlace que necesita el conflicto. Alguien tiene que desparecer o ser eliminado. El personaje de Ella dice: “Tu abuelo falso, mi falso suegro, nuestro hijo de goma. Espero que con eso la escritora quede satisfecha”. (…) “Por el momento hay primavera sin vallas que levantar”.  

Los personajes de Ella y de Él nunca volverán a ser parte de una historia ideada o imaginada por alguien ajeno a sus vidas posibles, desemejados ahora por las nuevas contingencias más vastas y libres, por las ausencias y el descubrimiento final de que la autora del texto tiene un nombre usurpado.     

 FICHA TÉNCNICA

Obra: Rasguños

Duración 45 minutos

Con: Carmen Elena Jijón, Leon Sierra Páez, Gonzalo Estupiñán López, Juan Daniel Terán

Dramaturgia: Carmen Elena Jijón, Gonzalo Estupiñán López, León Sierra Páez

 Objetos de atrezzo y escenografía: Seres ArteDecorativo

Diseño de Iluminación: Gonzalo Estupiñán López, Juan Francisco Mejía

Técnico de maquillaje: Juan Francisco Mejía

Fotografía: Jorge Romo

Diseño Gráfico: Tadeo Lugo

Música de Ask the mountains (Vangelis); La petite fille de la mer (Vangelis); California Dreams (The Mamas and the Papas)} 

Asistencia de dirección: Juan Daniel Terán

Dirección: Gonzalo Estupiñán López

 

EL POETA, LA ACTRIZ Y LAS PALABRAS. Santiago Ribadeneira Aguirre

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CON VOZ PROPIA / ACTOR DANIEL MACHADO:  ‘EL TEATRO ES  UN REFUGIO DONDE SE REVIVE LA PASIÓN POR LO NUESTRO / Santiago Ribadeneira Aguirre   

CON VOZ PROPIA / ACTOR DANIEL MACHADO: ‘EL TEATRO ES UN REFUGIO DONDE SE REVIVE LA PASIÓN POR LO NUESTRO / Santiago Ribadeneira Aguirre