CON VOZ PROPIA / ACTOR DANIEL MACHADO: ‘EL TEATRO ES UN REFUGIO DONDE SE REVIVE LA PASIÓN POR LO NUESTRO / Santiago Ribadeneira Aguirre
Santiago Ribadeneira A. En el proceso formativo tuyo que se inicia en la Escuela de Malayerba en 2008/2016, habría que entender algunos momentos posteriores que en tú carrera son significativos. ¿De qué manera se los puede valorar y procesar cuando existe un pleno recorrido, con muchas experiencias y sobre todo con una serie de objetivos cumplidos?
Daniel Machado: Antes de mi formación en el Laboratorio Malayerba, ya tenía estudios en actuación y había participado en varias obras, lo que me dio una base sólida en el teatro. Pero mi tiempo en Malayerba, realmente marcó una diferencia porque ahí afiné técnicas para la creación de personajes y la improvisación. Además, la filosofía de Malayerba, que promueve un teatro comprometido con la realidad social y política, me permitió explorar nuevas formas de expresión y asumir riesgos creativos que quizás no habría tomado de otro modo. Aprendí a ver el teatro como una herramienta poderosa para explorar y comunicar quiénes somos como seres humanos, y a abordar el escenario de manera más orgánica, entendiendo la importancia del cuerpo, la voz y la presencia en el espacio escénico. Fue un lugar donde pude experimentar, arriesgarme y encontrar nuevas maneras de expresarme.
Cada objetivo que he logrado desde entonces tiene algo de esa formación; siempre hay algo de Malayerba en mi trabajo. Lo que viví ahí sigue siendo un punto de referencia para todo lo que hago, ya sea escribiendo, actuando, o enseñando. El teatro es un proceso constante de aprendizaje y evolución, y esos años en Malayerba me dieron una base sólida para seguir creciendo y encontrando mi propia voz.
SR: Si nos situamos en los comienzos, en los albores mismos, debe haber habido un inicio seguramente con experiencias iniciales, que te condujeron hasta el teatro. ¿Cuáles fueron y cómo las fuiste procesando hasta el ingreso formal a la Escuela de Malayerba?
DM: Todo comenzó cuando, a los 13 años, fui a un casting para una comedia en la televisión junto a mi hermano Gonzalo. Aunque estaba muy nervioso, la emoción de estar en un canal de televisión y ver cómo se hacían las producciones me fascinó. Recuerdo que el casting fue un proceso largo, haciendo fila bajo el sol por horas, pero mi entusiasmo solo crecía. Ya en el set, aunque no pude contener la risa y me hicieron repetir varias veces, sentí una alegría inmensa al estar allí, era como si estuviera jugando. Inicialmente llamaron a mi hermano para algunos papeles, y luego, eventualmente también me invitaron a mí como extra. Desde ese momento confirmé que quería dedicarme a esto; era como empezar a vivir un sueño.
Después de esa experiencia, seguí buscando más oportunidades, como presentaciones en el colegio y tuve muchas participaciones dramáticas en producción Nacional y comedias en teatro, donde el escenario se convirtió en mi segunda casa. A los 19 años, tuve la oportunidad de hacer una temporada teatral y presentarme en una gran producción en la Casa de la Cultura Ecuatoriana en un teatro de 300 personas con una obra dirigida por Jaime Domínguez, lo cual reafirmó mi deseo de profundizar en este camino. En la universidad, me uní al grupo de teatro ‘La Huella’ de la UTE y al teatro de la Universidad Católica, participando en ambos por unos cuatro años. Estas experiencias fueron clave para desarrollar mis habilidades iniciales y entender la importancia del trabajo en equipo y la disciplina en las artes escénicas.
Sin embargo, fue esta búsqueda constante por aprender más lo que me llevó a Malayerba. Sentía que necesitaba una formación más estructurada y profunda, y el Laboratorio Malayerba ofrecía justo eso. Quería aprender de grandes maestros como Arístides Vargas y Charo Francés, y la experiencia fue aún más enriquecedora al también formarme con Cristina Merchán, Gerson Guerra y Santiago Villacís. A la par, me sumergí en la pantomima en la Compañía Nacional de Danza con Pepe Vacas. Con ellos, pude profundizar en la dramaturgia, explorar nuevas técnicas de actuación y entender mejor la puesta en escena. Esta diversidad de enfoques enriqueció mi formación y me ayudó a encontrar mi propia voz como actor y creador. Fue un periodo de intenso aprendizaje y experimentación que consolidó mis primeras experiencias y abrió nuevas puertas en mi carrera. Fue como juntar todas las piezas del rompecabezas y comenzar a ver el panorama completo de lo que quería lograr en el teatro.
SR: ¿Qué valor se le puede dar a la intuición en el proceso creativo bajo la consideración de que el actor, actriz en algún momento se desligan de lo empírico (de lo actual y lo presente) para crear nuevos espacios de sensibilidad?
La intuición es crucial en el proceso creativo del actor porque permite ir más allá de lo empírico y de lo que está frente a nosotros en el presente. Es esa voz interna que guía, que nos ayuda a conectar con emociones más profundas y a explorar nuevos espacios de sensibilidad. En muchos casos, la intuición nos permite tomar riesgos y crear personajes más auténticos, porque no estamos limitados por lo que sabemos, sino abiertos a lo que podemos sentir e imaginar. Es en ese espacio donde nace la verdadera creatividad.
SR: Si pudiera admitir una teoría de los relevos, en el caso del teatro han sido en ocasiones drásticos y otros momentáneos. ¿Cómo mira un actor como Daniel Machado los cambios ocurridos en el teatro ecuatoriano y cómo los ubica para descifrar el momento actual de las artes escénicas en cada uno de sus géneros?
En el teatro ecuatoriano, los cambios reflejan una evolución constante en las preferencias del público y las propuestas escénicas. Algunos de estos cambios han surgido como respuesta a las nuevas realidades sociales y culturales, mientras que otros han sido más momentáneos, influenciados por tendencias globales.
Como actor, observo que géneros como el Stand-Up Comedy y las comedias han tomado un lugar predominante en las carteleras, tanto en montajes teatrales tradicionales como en shows unipersonales. También he visto un crecimiento en la popularidad de formatos como el microteatro y las presentaciones en vivo de actores o influencers que hacen podcasts. Esto ha reducido el espacio para géneros como el drama, que ahora tiene menos presencia en los escenarios ecuatorianos. También he notado un aumento en la popularidad de los musicales, que están captando cada vez más la atención del público. Estos relevos en el teatro ecuatoriano muestran una inclinación hacia propuestas más ligeras y entretenidas, definiendo el momento actual de las artes escénicas en el país. Sin embargo, creo que aún hay espacio para diversificar las propuestas y dar cabida a otros géneros que también tienen mucho que ofrecer.
SR: En el terreno de los géneros en tú hoja de vida está consignado que además eres novelista: ¿El teatro y esa experiencia han sido importantes en el terreno de la escritura de ficción? Y de una vez: ¿el traspaso del teatro al cine y la televisión han sido definitivos en tú carrera como actor y ahora docente? ¿Qué diferencia esas prácticas?
Muchas gracias por lo de novelista; aunque no me considero exactamente uno, pero ya que estamos en estas, aprovecho para hacerles la cuña e invitarles a leer mi novela El Último Vampiro en Amazon. (Guiño de ojo)
Respondiendo a tu pregunta: en efecto, el teatro ha sido fundamental en mi escritura de ficción y en la creación de mis monólogos. Estar sobre el escenario me ha ayudado a comprender a fondo el tiempo cómico y el manejo del ritmo, especialmente en el género de la comedia. He aprendido a través del método de prueba y error, escribiendo y reescribiendo mis historias, ajustándolas en tiempo real basado en la reacción del público. Esta experiencia me ha brindado herramientas valiosas para construir personajes con alma y diálogos que a la vez suenen auténticos, elementos que también son cruciales en la novela.
El traspaso del teatro al cine y la televisión lo veo como un paso natural en mi carrera, ya que desde siempre he tenido un interés por escribir para el audiovisual. Solía crear conceptos para series, desarrollar capítulos e incluso imaginar guiones de películas y esbozar ideas para libros. Sin embargo, estos proyectos no llegaron a materializarse. Fue en el teatro donde mis textos encontraron su camino y se hicieron realidad sobre el escenario, lo que me permitió ver el fruto de mi trabajo. Por eso, considero que mi transición hacia otros medios se dio de forma orgánica, construida sobre la base de mis experiencias y aprendizajes en el teatro.
Cada medio exige un enfoque diferente: el teatro requiere una presencia viva y una conexión directa con el público, donde la espontaneidad y la capacidad de adaptación son esenciales. En cambio, el cine y la televisión demandan una sutileza en la actuación y un dominio técnico que permite transmitir emociones de manera más contenida. Estas diferencias me han permitido desarrollar una versatilidad que ahora transmito a mis alumnos, enseñándoles cómo adaptar sus habilidades a otros formatos.
Además, estoy trabajando en un nuevo proyecto literario: un libro de escritura creativa enfocado en Stand-Up Comedy, que espero publicar pronto. Este libro busca compartir técnicas y experiencias para ayudar a otros a desarrollar su voz en la comedia. Aún no puedo revelar el título, pero estoy seguro de que será una herramienta valiosa para quienes quieran explorar este campo.
SR: Y, por último, Daniel: ¿es posible asignarle al teatro, a la formación y a la actuación la tarea de captar la realidad de nuestro tiempo? ¿De qué manera? ¿Qué significa en suma la actividad teatral y qué implica en el ánimo de las y los ecuatorianos que siempre reclaman la vigencia del arte y la cultura?
Sin duda, el teatro tiene la capacidad de capturar la realidad de nuestro tiempo al reflejar las preocupaciones, los conflictos y los sueños de la sociedad. A través de la actuación y la formación, podemos abordar temas que se reflejan en nuestra vida diaria y ofrecer nuevas formas de ver el mundo que nos rodea. En Ecuador, el teatro representa una vía para expresar nuestras historias y nuestras raíces. Para muchos ecuatorianos, el teatro es una forma de encontrarse a sí mismos, de sentir que sus experiencias y emociones están siendo reconocidas y compartidas. En un contexto donde siempre se reclama la importancia del arte y la cultura, el teatro se convierte en un refugio, un lugar donde se revive la pasión por lo nuestro y se renueva el ánimo colectivo, especialmente en tiempos de incertidumbre.