Milena Rodríguez nos regala una propuesta de danza y títeres, una sutileza en todo sentido. Un trabajo meticuloso y poético donde la bailarina decide explorar otros lenguajes siempre anclados al dancístico.

El gran pretexto es contar “los cuentos de la selva que le contaba su abuela”, pequeñas historias que alcanzan un nivel poético impecable gracias al modo de concebir esta narración, muy simple por cierto, y precisamente ahí está el acierto, menos es más dice la sabiduría, y es que la intérprete alcanza un tempo corporal y narrativo preciso, poderoso en la sutileza, tanto que los niñxs espectadorxs no perdieron nunca la atención, y no porque el texto creara expectativas en el argumento, sino porque se conectaron con esa fina línea poética conseguida a través del gesto, la música y el lenguaje de su cuerpo así como la manipulación de objetos y títeres.

GMT. ¿Cómo así nació la idea de trabajar danza y títeres?

M.R. Crear una obra infantil es un proyecto que me habitó durante algunos años. Con Roberto White, el director de la obra, convivimos durante el 2011; viendo de cerca su trabajo de construcción y manipulación de objetos, y explorando juntos algunas ideas, se instaló en mí esas ganas de trabajar con muñecos. Luego en el 2016 tomé un maravilloso taller con el maestro de títeres brasileño William Sievert. Y mi mamá, con quien colaboramos para Sacha Wasi, tiene una escuela de arte para niños en donde los títeres están vivos diariamente. Todo esto se conjugó para que desde el 2018 yo empezara a buscar los recursos económicos que permitieran materializar estos deseos. Postulamos con William, fallidamente ese año a Iberescena, el proyecto se reformuló en el 2021 y con Roberto como director ganamos el concurso. Por el tipo de propuesta de White, yo sabía que la danza sería parte de la obra, ya que sus propuestas limitan la palabra hablada y llevan el trabajo principalmente a lo corporal, permitiendo los diálogos entre la danza y la manipulación de los objetos.

Milena Rodríguez . Foto Archivo El Apuntador

GMT- ¿Cómo se llama esta categoría de títeres?, porque son objetos que se convierten en, pero hay al tiempo una manipulación de las telas, x ejemplo, que entiendo demanda todo un aprendizaje

M.R. Títeres corporales es como se llama a este tipo de trabajo, su particularidad es que se usan partes del cuerpo del manipulador para configurar a los personajes. Los “muñecos” suelen ser sugerentes más que realistas y se usan materiales que por sus texturas permiten una manipulación versátil. El reto en cuanto a la manipulación fue enorme, siempre guiada por Roberto, fuimos buscando las capacidades de movimiento de cada personaje, construyendo poco a poco cada escena. Un proceso que cada día que, al darle vida a las criaturas, devela sorpresas, como si verdaderamente los personajes tuvieran vida propia.

GMT. De hecho, este trabajo testifica el borramiento de fronteras entre teatro y danza, ¿ya ha habido en tu carrera trabajos como este?

M.R. Creería que Arrullo para No Despertar, una obra de teatro físico que hicimos en el 2014 en colaboración con la compañía colombiana de teatro El Anhelo del Salmón, fue ya una puesta en escena donde se borran las fronteras entre danza y teatro. Así como Nadie Nos Mira, una obra audiovisual que dirigí para la Compañía Nacional de Danza en el 2019, en la que también existe ya en un terreno translingüístico.

Ficha técnica

Idea Original e Interpretación: Milena Rodríguez / Costa Rica
Dirección: Roberto White / Argentina
Diseño escénico : Mirta Castro / Costa Rica
Compositor de Canciones: Camilo Carvajal / Colombia
Diseño Sonoro: Pablo Molina / Ecuador

Diseñador de luces:Fernando Cruz

Diseño Gráfico / Comunicación: El Nodo Productora Cultural