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Testigos modestos | Genoveva Mora Toral

Testigos modestos | Genoveva Mora Toral

Es definitivo, los títulos de las obras entregan de antemano una información que, provoca, invita, o desafía al espectador. De modo que lo primero que viene a mi mente es ¿Quién puede ser un testigo modesto? Porque de acuerdo con la legalidad, hay testigos de cargo, coadyuvantes, peritos, protegidos, etc., sin embargo, en la vida real o imaginaria, la compañía de danza Silencio Cuerpo en Movimiento, nos convoca a ver testigos modestos

Un escenario cuyo fondo evoca una pared de textura ruda, iluminada y simultáneamente cubierta por la niebla, se constituye en el telón de fondo de cuerpos que empiezan a deslizarse sin apuro – una apertura contundente-, cuatro siluetas se mueven a ritmo lento, casi podríamos pensarlos como una sola, cuyas partes tiene autonomía y al tiempo se pertenecen. Este tránsito toma su tiempo, con decidida cadencia nos va introduciendo en un discurso que crea expectativa, entre otras, porque su primer tránsito es compacto, pero al regresar, digamos que, parcialmente, se desarma; no obstante, lo interesante de este ‘cuerpo’ es la evidente diferencia entre sus partes, y pese a eso consiguen encontrar una armonía.

De pronto este cuerpo se disuelve, el escenario cambia, el entorno oscurece y ellos ocupan lugares independientes, todos están enfocados por un haz de luz entre blanca y azul, permanecen quietos mientras una voz en off empieza a recitar estadísticas, que provocan que los cuerpos activen un gesto, estas acciones e información se toma su tiempo y luego van diluyéndose para dar paso a otro momento, el de la imagen del fondo iluminada en un amarillo fuerte, que, igualmente va transfigurándose, y pareciera que sucede también en la mente del personaje que la enfoca. Acontece una forma de deconstrucción, de acercamiento a sus partes, mudas, geométricas a excepción del simulacro de cuerpo y la foto del Papa; lo cierto es que, desde la butaca, nosotros somos testigos modestos, sin palabras, que intentamos ir descifrando aquello que la escena asigna. Y, sin darnos tiempo a pensarlo, irrumpe la imagen de dos personajes que bailan. Su gestualidad se acelera en un juego en el que baile y música van sucediendo, cuerpos en contrapunto con el ritmo, con la moda; perrear un bolero, retomar el pasillo bailable; cada quien, a su ritmo, como si lanzaran una invitación al pasado para ‘acariciar sus sueños’.

Y, nuevamente ¡corte! Se impone una sección de videos, mujeres de hoy ocupando casas de antaño, hombres que se posicionan en lo que fue el espacio familiar… trajes y luces futuristas cierran la escena y, nosotras, modestamente seguimos en el empeño de tejer este caleidoscópico encuentro.

Entiendo que Gabriela* hace alusión, y así lo explica, usa esta designación que da nombre a su trabajo, partiendo de la teoría de Haraway[1]. No obstante, personalmente aludo a una denominación arbitraria y personal, a mi interpretación, en lugar de aquella que la académica la denominó como testigos modestos[2] . Sigo pensando que somos testigos reservados, pero al mismo tiempo ‘emancipados’, porque en ese silencio expectante hemos ido construyendo y deconstruyendo lo que la escena nos ha entregado, para más tarde atestiguar. He olvidado, en el camino, que se trataba de un imaginario encuentro con los ancestros, debo reconocer que mi derrotero fue otro, porque desde las escenas iniciales se me antojaba, sí una entrada en un túnel del tiempo, pero hacia el futuro, veía, por ejemplo, a ese cuerpo múltiple como la posibilidad de conciliación con un tiempo donde la imagen corporal ideal, anhelada, tiene proporciones dadas (también y no se diga para bailarines), de modo que mirar cuerpos diversos hablando desde su ser, aluden a un rompimiento con el molde, sin que esto excluya, y (Yo) eche de menos, danza; claro que esta propuesta es un discurso que mixtura varios lenguajes, lo cual involucra complejidad y riesgo. Porque, amén de lo que sus creadores propongan (tal como dice su programa y ellxs lo certifican), esta espectadora lo ha visto más bien como un alegato que habla del rumbo humano, de la confusión de vivir en un mundo cada día más disuelto y perverso, gracias a sus habitantes; eso me rebela toda la construcción escénica, la ‘instalación’ a la que no tengo acceso; la luz y la incertidumbre de no saber a dónde se llegará, y quizá por eso, el rasgo futurista del vestuario y esas luces galácticas que bajan a escena para cerrar este tránsito.

Como sucede muchas veces, y eso es ganancia, me quedo con más preguntas que respuestas…

 Ficha técnica.

Dirección general: Gabriela Piñeiros*

Intérpretes co-creadores: Diego Díaz, Sade Chalá, Jimmy Paredes y Gabriela Piñeiros

Diseño sonoro: Daniel Mena

Diseño de iluminación: Santiago Vergara

Diseño de vestuario: María José Terán

En la mañana del 14 de marzo -Teatro Variedades- en la que asistimos a Testigos Modestos -una función didáctica-, hubo algunas preguntas desde el público, conformado especialmente por estudiantes de danza y colegas de los bailarines. Creo que es importante reproducir algo de esa charla. (Que desafortunadamente, no la pude seguir hasta el final).

 Xavier Delgado preguntó por el proceso de esta obra, y cómo llegaron a esto que vemos; un trabajo con una carga visual potente y, ¿Qué lugar ocupa el cuerpo en este trabajo?

Gabriela Piñeiro respondió: todo desemboca en pensar el cuerpo más allá del cuerpo humano, pensar en los objetos que hacen parte de la propuesta, cada elemento, la luz, la plástica, todo es importante para que funcione como una instalación.

Este ha sido un proceso largo, en el que cada uno escogió al abuelo o abuela que no había conocido, imaginando qué nos podrían decir ellos a nosotros, les escribimos, nos presentamos, y empezamos a entender mientras lo hacíamos, les contábamos del mundo en que vivimos.

Intentamos ser mediums de estos bisabuelos y empezamos a bailar y dejamos que ellos no hablen. Durante este tiempo se activaron procesos de sanación a través de secretos, fotos, historias de familia y de todo el material.

Implicaba, por supuesto, creer en el más allá para llamarlos; creer en la posibilidad de conectarse con el pasado.

Interviene una alumna:

Lo último quete escuché es que los vestuarios se hicieron usando CHAT GPT y quisiera saber en qué época están pensados los vestuarios, porque me parece difícil concebirlos en época pasadas, porque los veo más bien con un diseño futurista

¿Qué aspectos o parámetros toman en consideración para decidir quiénes están en escena -porque a veces están en pareja, otras están todos- cómo hacen para que la información no se vuelva mecánica, y la improvisación no dé cuenta de que ya está practicada?

Jimmy Paredes: La propuesta -desde la primera obra, esta es la cuarta- ha sido un camino, construir un plan de metodología de creación, y un poco la propuesta es crear un guion, plantearnos consignas de improvisación, asentar estas consignas y que nos lleven a una memoria, a un trabajo sonoro o de estimulación a nivel visual.

Y claro, la improvisación, en muchas escenas, está dada desde varios puntos del cuerpo o estímulos emotivos, y estos estímulos hacen que con la sonoridad y los otros elementos, encontremos la organicidad; y cómo hacemos que eso no se fije, es precisamente dejándonos sorprender, y esa es la parte complicada; es decir, el silencio o movimiento es más potente que la misma frase. La improvisación se ha ido construyendo con todas estas consignas, pero también con el ánimo, la sensación, la sensibilidad de cada día, y eso hace la diferencia. Yo tengo puntos del cuerpo, o la mirada que se repiten, pero lo importante es dejarse sorprender.  

Para resumir, dice Gabriela, tenemos premisas emotivas y cada uno tiene diferentes premisas o emociones, digamos que esa es nuestra caja de herramientas, mas, sabemos que lo físico se tiene que cumplir sí o sí, pero son esas herramientas las que alimentan el movimiento.  

Lo del vestuario, que señalas que es futurista, es precisamente un mix entre la vestuarista y la IA, por ejemplo, a este pantalón que llevo lo denominamos el ‘caballero’, porque se inspira en el que usaba un abuelo; la chaqueta tiene hombreras; la falda tiene un bolsillo que servía para recoger huevos (así lo usaba una abuela). El vestuario tiene la intención de recoger algo del pasado y del futuro; diría que lo futurista está en la textura y los colores, hay un diálogo entre la vestuarista y su abuela. Son mezclas de diseños y surge esto. En la obra tratamos de que se de fragmentos del tiempo, abrimos cada escena sin saber qué memorias vienen o qué ideas del futuro aparecen, y luego tenemos también una noción muy amplia en la que estamos, y es esta conexión cósmica.

[1] Liliana Vargas-Monroy. .De testigos modestos y puntos cero de observación: las incómodas intersecciones entre ciencia y colonialidad. Tabula Rasa. Bogotá - Colombia, No.12: 73-94, enero-junio 2010 ISSN 1794-2489 p.79

[2]  The New Experiments Psycho- Mechanical Touching the Spring of the Air, Dentro de las convenciones del testimonio modesto, las mujeres podían mirar una demostración, pero no atestiguarla.

Genoveva Mora Toral: Directora de la Revista El Apuntador

Más en https://www.elapuntador.net/portal-escenico/genoveva-mora-toral-1?rq=genoveva

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