Mesías Maiguashca: Postales random para un tejido electroacústico | Pablo Roldán
Ciudadano del Mundo
El espacio-tiempo de Mesías Maiguashca (Quito, 1938) abre ventanas para pensar qué hace el arte sonoro, cómo es crear con una máquina, de quién es la autoría y cuándo termina la obra. Maiguashca es jam session, acto sinfónico, rebelión: en la creación, es un híbrido entre lo humano y lo artificial; en lo performático, es resguardo de la singularidad; en lo canónico, es tránsito hacia creaciones inesperadas; en la no armonía, es un recurso creativo.
Deleuze, en Mil mesetas, indica:
"No hay principio ni fin en un rizoma, sino siempre un medio, por el cual crece y desborda."
El trabajo de Maiguashca es un rizoma sonoro, un flujo donde la obra no es un objeto terminado, sino un territorio en constante expansión y tránsito. Registra el reflejo del ambiente acústico en nuestras ciudades hiperurbanizadas, captura el perfume y el bufido del ecosistema conquistado. Documenta las hondonadas híbridas invisibles de la ciudad que habita. Habla de posnaturaleza y ecología del paisaje. Sus exploraciones resuenan con esta idea: cada sonido, cada composición es un punto de fuga dentro de una red de relaciones, afectos y tecnologías.
Pero si Deleuze nos habla del sonido como fuerza en expansión, Rosa Luxemburgo nos recuerda la dimensión política de toda forma de creación. En La crisis de la socialdemocracia, advierte:
"La libertad es siempre y exclusivamente libertad para quien piensa diferente."
Maiguashca no solo experimenta con el sonido: desafía las jerarquías del arte sonoro. Si la música clásica tradicional impone estructuras rígidas, Maiguashca abre el espectro, permitiendo que el azar, el error, el fracaso, la máquina y el entorno participen en la creación.
Lo sonoro en Maiguashca, aunque suene cursi, es: amarnos en este pantano de contradicciones, decirnos linduras al oído antes de partir en direcciones contrarias.
Con una composición sonora infinita, eterna, marcada por el extrañamiento frente al mundo, Maiguashca es un capo de la libertad creativa. No se sitúa en un revisionismo de ausencias académicas: no carga carretillas de escombros, desecha el repertorio de tics manidos del arte musical. Se hace cargo de la complejidad contemporánea, construye paisajes sonoros analógicos/digitales, galerías paralelas, túneles en círculo, como una red de autopistas subterráneas, e invita al espectador a una experiencia bajo tierra.
"Investigar es fabular por naturaleza en contra del sentido común."
AYAYAYAY (1971) es un claro ejemplo de esto: creada dentro del Estudio de Música Electrónica de Radio Colonia/Alemania, la pieza parte de grabaciones analógicas realizadas con una grabadora de mano, recogiendo sonidos de la naturaleza (vientos, ríos, animales, lluvia) y ruidos de la ciudad (mercados, tráfico, conversaciones).
El resultado es un tejido sonoro híbrido, donde dos capas tonales dialogan:
Un fondo abstracto de sonidos electrónicos creados en el estudio.
Fragmentos del paisaje sonoro ecuatoriano, registrados en campo.
Aquí, la propuesta es interdisciplinaria: localizar, escuchar, grabar, editar y mapear los territorios cotidianos. Como en la filosofía deleuziana, el sonido no es un ente fijo, sino una multiplicidad en devenir. Maiguashca desarma la idea de la música como un arte cerrado y propone un territorio acústico en movimiento, un espacio donde lo humano y lo maquínico, lo orgánico y lo digital, lo individual y lo colectivo se entrelazan.
Un archipiélago acústico
Maiguashca inventó un archipiélago acústico, el deseo de comprender qué es el sonido lo llevó a investigar alrededor del método de análisis espectral:
“Nos da información sobre la conducta de frecuencias y amplitudes que conforman un sonido dado. De particular interés para mí fueron espectros ‘no armónicos’ (los que no se conforman según la serie de armónicos naturales), con los cuales estuve en contacto continuo por razón de mi trabajo en un laboratorio de música electrónica. Así pude aprender mucho sobre la morfología y el comportamiento de esos sonidos. El siguiente paso fue crear sonidos a partir de esa información, sintetizarlos, ya sea con instrumentos electrónicos o a través de una partitura para ser ejecutada por instrumentos musicales.”
Este trabajo lo llevó a la composición del ciclo Reading Castañeda, una obra en la que investigó “objetos sonoros” de metal durante más de diez años.
"Después de esa experiencia, es evidente que el aspecto espectral de un sonido o de una composición ha pasado a ser una preocupación fundamental de mi trabajo musical."
Maiguashca lo tiene todo en investigación sonora: mini óperas, óperas, operetas, álbumes, conciertos electroacústicos, paisajes sonoros, escrituras instrumentales y muchísimo más. Su repositorio digital está en YouTube, Spotify, bibliotecas sonoras y videotecas.
Mesías Maiguashca es aquel amigue que buscas encontrar para pensar qué fue lo mejor del día, al mismo tiempo que imaginas circuitos sonoros imposibles. A esa hora del frío donde es imposible pensar en otra cosa más que en estar en la random rueda moscovita, llena de colores populares, donde nunca te atienden bien, pero hay aire y se está muy bien.
Allí podemos hablar de nuestros ataúdes y abrazarnos un poco, mientras pensamos en lo importante que es cada rastro de lo que compartimos en la vida.
Se formó en el Conservatorio Nacional de Quito, la Escuela de Música de Rochester, el Centro Latinoamericano de Altos Estudios Musicales del Instituto Torcuato di Tella y los Cursos de Nueva Música de Colonia, donde trabajó con Karlheinz Stockhausen. Realizó producciones en el estudio de música de la WDR de Colonia, en el Centre Européen pour la Recherche Musicale de Metz, en el IRCAM de París (fundado por Pierre Boulez) y en el Zentrum für Kunst und Medien de Karlsruhe. Desde 1966, reside en Friburgo (Alemania), donde fundó en 1988, junto con Roland Breitenfeld, el K.O. Studio Freiburg, y donde enseñó música electrónica en la Musikhochschule Freiburg de 1990 a 2004.