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Icaro, la insoportable necesidad de llegar al sol.  “Romper la cadena de violencia es revolucionario”/Gustavo Moya

Pavel Villamar Hernández .Foto Gustavo Moya

Icaro, la insoportable necesidad de llegar al sol. “Romper la cadena de violencia es revolucionario”/Gustavo Moya

Pavel Villamar Hernández (1998) y Daniela Delgado Robalino (1998), graduados de la carrera de Artes Escénicas de la Universidad de las Artes en 2021, estrenan la obra de su autoría Icaro, la insoportable necesidad de llegar al sol, un monólogo tragicómico de auto ficción, de 60 minutos de duración, que toma elementos de la vida al servicio de la historia teatral.

La obra está dirigida a personas de su generación, pero la han visto niños, y sus abuelos reflexionan, pues Icaro puede ser cualquier persona y le habla a gente de diferentes edades.

Pavel Villamar, en el papel de Icaro, aparece en el escenario del íntimo salón de la Casa Cino Fabiani en Guayaquil. Su silueta tallada por una túnica escarlata y su mano extendida en una antigua pose heroica nos trasladan a la edad broncínea, posiblemente ante algún palacio en el mar Egeo. Pronto nos sumerge en el laberinto de su propia búsqueda, elaborado con los mosaicos de la biografía, y del cual iremos saliendo en la medida que el héroe enhebre la madeja de su relato.

Es la reescritura del mito de Icaro, al que su padre le hace unas alas con cera y le advierte que no se acerque al sol. En esta ocasión, el padre no lo previene, sino que desea que su hijo brille y, quizá con buenas intenciones, es quien lo lleva más lejos. Icaro se encuentra entonces en el conflicto constante entre el sol que quema y el miedo a caer. Por eso, la “insoportable necesidad de llegar al sol”.

Asistido por los recursos propios de este arte, y con la dirección de Daniela Delgado Robalino, el intérprete revela el conflicto que supone devenir un individuo en el mundo.

Pavel Villamar Hernández y Daniela Delgado Robalino. Foto Gustavo Moya

Para adentrarnos un poco más en la propuesta, conversamos con los autores de la obra y responsables de la puesta en escena. Esta entrevista se da en la Biblioteca de la Universidad de  las Artes de Guayaquil

Gustavo Moya ¿Consideran que la particular vivencia de este Icaro posmoderno pertenece, más bien, a lo general? 

Daniela Delgado: Al finalizar la obra, muchas personas se nos han acercado y nos han dicho que pusimos en palabras lo que ellos sentían. La obra toca fibras sensibles, provoca reflexión, despierta un sentimiento en común y quizá por eso sí es universal.

Pavel Villamar: Uno va a hablar de un problema y se da cuenta que no está solo en ese encuentro.

GM. ¿Es por eso que eligieron el teatro como profesión?

PV: Yo no tenía interés en un trabajo de escritorio. Sin embargo, el teatro ofrece distintos momentos, como la gestión, que es un trabajo de escritorio. Y la dramaturgia requiere pasar mucho tiempo sentado escribiendo.

DD: Yo, desde pequeña, sentía ganas de trepar al escenario. Con las audiciones tuve esa pica y si no me escogían para el papel protagónico, aunque me tocara ser un armario, sería el mejor armario posible.

GM. En una obra no todos pueden ser protagonistas…

DD: Como actores estamos al servicio de la historia, uno es una pieza que le sirve al proyecto.

PV: Una obra se sostiene con todos, el teatro no es otra cosa que trabajo colectivo. El teatro tiene que ser encuentro.

GM. En Icaro encontraron que no están solos. ¿Hablaron de temas que pensaron que no tenía sentido hablar?

PV: En Icaro vemos al teatro como oficio. Nos preguntamos: ¿Realmente estamos pensando en las historias? ¿Quiénes son los protagonistas? ¿De dónde vienen? ¿Qué tez tienen? ¿Quiénes son siempre los buenos? Todos hacemos teatro, pero ¿a quiénes les damos el protagonismo?

DD: Cuando nos miramos en el espejo, no vemos esas “Angelinas Jolies”.

PV: Yo creería que tiene que ver con imaginarios, provenientes de otros lugares, que nos desconectan. ¿El ecuatoriano promedio es como Brad Pitt? Pero cuando vamos al cine, existe la idea que “yo debería ver a Zac Efron”.

GM. ¿Por qué se opta por los estereotipos?

PV: Pues, eso vende, tiene un valor monetario. Parte de esta desconexión proviene de las redes sociales, que incentivan o invalidan lo que aspiramos y refuerzan la idea de éxito.

GM. ¿Y en el oficio teatral?

PV: Existe una noción de competencia en el oficio. Se trata de encuentro versus competencia. Entonces es uno versus 4999, que quedan afuera. Y esto no es exclusivo de las artes, en otros entornos profesionales se percibe a la imagen como sinónimo de capacidad. Y más allá del talento, es que acceder a muchas oportunidades genera mucha práctica.

PV: En Icaro no pretendemos tener la verdad, tan solo queremos hablar de algo que sentimos y de lo que no se está hablando.

DD: Estamos saturados de las mismas historias, remakes. Encontremos las historias que no han sido contadas. Busquemos consumir lo diferente, consumir lo local, no al famoso, alimentarse de otros que no son los mismos de siempre. Buscar a los nuevos y apoyar sus exposiciones, conciertos, películas y obras.

GM.  ¿La Universidad les abre el camino?

PV: Hay que recalcar la importancia de que exista una Universidad de las Artes pública, abre la puerta. Al estar en el centro de Guayaquil, inicialmente provocó un choque cultural, un encuentro entre oficinistas, gente queer y propuestas que no se suelen ver. Es un romper el cemento, ver esa grieta en esta ciudad donde se derrumban árboles para poner postes de alumbrado.

Es un privilegio tener una Universidad de las Artes en Ecuador, a la que se le está cortando el presupuesto. Nosotros pertenecemos a las primeras generaciones que van preparando el terreno.

GM. ¿Y una vez fuera de la U?

PV: Fuera de la Universidad pierde sentido hablar de conceptos, “el teatro rizomático”, por ejemplo. Hay que buscar dónde aterrizar los conceptos para que no queden en la nada.

GM. ¿Qué retos han tenido en Icaro?

DD: Uno de los retos fue encontrar el ritmo de la obra y lograr que no sea tan extensa. Mi trabajo consistió, en primer lugar, en editar el manuscrito. Ya en escena, debo modular la intensidad del actor como lo requiera la historia, pero sobre todo para que no se agote y pueda llegar al final. Al ser una obra larga, Pavel queda exhausto. Es decir, hay que cuidar el instrumento.

PV: Al ser nuestro primer montaje, nos permitimos fallar, nos dimos el privilegio de equivocarnos y replantear. Estamos satisfechos de poder equivocarnos, trabajar y reconfigurar. Ojalá siga así, pues no tengo otro final que seguir creciendo.

GM. ¿Por eso eligieron la tragicomedia?

PV: La vida misma es una tragicomedia, en la que no tenemos control de la tragedia o la comedia. Estamos sobresaturados de tragedia y todos estamos buscando un final feliz.

GM.  Defina “un final feliz”.

PV: Quizá sea adueñarse de su final, tomar control. En el presente caso, que la nueva generación no pase por las cosas que yo pasé. Romper la cadena de violencia es revolucionario.


Bien pulpo/Sharon Olazaval

Bien pulpo/Sharon Olazaval

Con voz propia: ERNESTO ORTIZ, a los 10 años de creación del Laboratorio de Danza en la Universidad de Cuenca/ Genoveva Mora

Con voz propia: ERNESTO ORTIZ, a los 10 años de creación del Laboratorio de Danza en la Universidad de Cuenca/ Genoveva Mora