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CHEJOV Y LA REIVINDICACIÓIN DE LA IRONÍA  Santiago Rivadeneira Aguirre

CHEJOV Y LA REIVINDICACIÓIN DE LA IRONÍA Santiago Rivadeneira Aguirre

Algunas de las posibles conclusiones que se pueden extraer de esta época de pandemia y post pandemia, sería la de entender el orgullo de la debilidad del ser humano como una de sus fortalezas. Esa aparente debilidad que mucho tendría que ver con el carácter y la voluntad, ha sido capaz de arroparse en el despliegue de proyectos importantes fraguados con la presencia de la pasión. Porque estamos hablando de uno de los sectores más golpeados por la crisis: las artes escénicas.

Excluidas de la economía de mercado a la que se debía rehabilitar para preservar la sobrevivencia (suponemos que de la especie) los artistas escénicos decidieron recuperar el sentido comunitario del arte. Y lo hicieron de una manera radical: recurriendo a la memoria y tal vez regresando a los rincones opuestos del tiempo.

Era la memoria de lo que en cualquier momento puede volver a ser. Entonces todos se cobijaron en la tarea de desocultar. Las estrategias del teatro y la danza para desocultar (se) han sido muchas, variadas, audaces e incluso hasta controversiales porque debieron apoyarse en la tecnología y las redes sociales.

Las artes escénicas abrieron el mundo que se había cerrado. Los grupos repusieron parte de sus repertorios. Crearon nuevas propuestas mediante la acción, como el pescador ‘que con su caña saca a la luz un brillante pez que caracolea en un aire y bajo un sol que no le son adecuados’. (Félix de Azúa) Había que abrir el presente y también negarlo, hasta que la oferta y la demanda coincidan. El público ha copado las salas de teatro de la ciudad con asiduidad y persistencia. ¿Cómo lo hicieron? Abriendo la dirección del presente más allá de la crisis y las restricciones para convertir las sucesivas temporadas de teatro y danza en acontecimientos, primero virtuales y después presenciales.

Uno de esos puntuales acontecimientos, una vez que la pandemia ha menguado, fue Petición de mano de Antón Chéjov, para revisitar al gran dramaturgo y director ruso, nacido en Ucrania. La iniciativa correspondió a un grupo de creadores: Nelly Rosero, David Noboa, Jorge Aguirre, bajo la dirección de Fredi Zamora. Se había producido el regreso de la inmortalidad, justamente porque algo causó el mentado desocultamiento como lo propio del presente. Y lo que Chéjov entendió en su extensa partitura dramática, fue el hecho de mostrar las zonas abiertas y cerradas de la naturaleza humana.

En Petición de mano de Zamora, hay un elemento adicional que se liga a las partes negadas: la ironía.

¿Se puede entender el humor y el sarcasmo, siguiendo el hilo de las discusiones entre el casto e hipocondriaco Iván Vasilievich, atrapado por tics nerviosos y manías; y Natalia, la hija histérica del terrateniente Stepan Stepanovich? Chéjov, nieto de un siervo que compró su libertad, hablaba en sus obras de aquel ‘desinteresado presente’, que está en la filosofía y el teatro. La puesta en escena de Zamora, desde nuestra perspectiva de análisis, comienza su trajín afianzando la máxima del relato:

‘había una vez…’; o, la otra constancia: ‘en aquel tiempo…’. Es decir, ambas premisas dramáticas le sirvieron al director para hacer una alusión directa al ‘desinteresado presente’ de un grupo de vecinos y pequeños terratenientes, con la concurrencia de lo cómico, lo previsible, la confusión y la disputa del poder. La ironía chejoviana está, precisamente, en mezclar los momentos del drama a través de la confrontación entre los novios Iván Vasilievich Lómov y Natalia Stepánovna, con la intermediación constante del padre de ésta, Stepán Stepánovich Chubukov, porque las disputas insustanciales llegan a la caricatura con la patética expresión de omnipotencia de cada uno.

Esa ‘convicción de omnipotencia’ de los personajes, es la que obliga a un sentimiento de superioridad en el que no cabe ninguna traza de respeto. Esa patética pretensión de superioridad de los novios, también es el signo de su propia fragilidad. Al final, -ahí está la ironía chejoviana en pleno- la caricatura es la expresión de aquella falsa omnipotencia de la pareja de novios comprometidos, que escapa a cualquier control aunque tampoco nos sea posible dudar de ella. La omnipotencia, –sería el corolario de la obra–, puede convertirse en una convicción y una necesidad de la que solo se puede huir desatendiendo lo estrictamente formal, cuando lo respetable siempre está fuera de toda inquietud trasformadora.

Reflexionar sobre los hechos últimos vividos por la humanidad, en términos de acontecimiento, seguramente nos permitirá volver a ‘soñar nuestra época siguiente’.

En ese ‘inconsciente del tiempo’ (W. Benjamín) acaso estaríamos destinados, los seres humanos, a una nueva ‘interpretación de los sueños’. En estos momentos de post pandemia, el arte y la cultura deberán abrirse a nuevos modelos de temporalidad.

FICHA TÉCNICA

Dirección: Fredi Zamora

Actuación: Nelly Rosero, David Noboa, Jorge Aguirre

Lugar: Centro de Arte y Cultura Casa Toledo

La travesía del oso polar Benny Santiago Rivadeneira Aguirre

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LAS PROFECÍAS DE KLÉVER VIERA /Santiago Ribadeneira Aguirre

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