El Apuntador

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El títere es una metáfora del teatro/Jhonatan Salazar Achig  

“El títere es una metáfora en el teatro”

Serguéi Obraztsov

Las explicaciones que he escuchado dilucidando qué es el títere son numerosas, desde la más simple dicha por un niño que lo describía como un “muñeco que habla”, hasta la más universal que nos dice que “todo objeto en situación dramática es un títere”. Hay varias definiciones, muchas pueden ser erróneas o incompletas, pero hay un hecho clave y es que el títere es un objeto intermediario, como una máscara que da palabra.

El títere se ha relacionado con el ser humano por siglos, le ha dado la palabra a sus sueños más extraños y maravillosos. El títere ha pronunciado nuestros deseos de infancia que siguen vivos en lo profundo de cada uno. Es como ese niño interior que espera siempre decir algo. Así como hay un niño interior en lo profundo de cada uno, hay un rincón en cada ciudad que nos recuerda esa voz interior. Tratemos de imaginar lo que esta hipótesis significa mediante una comparación que nos llevará a otro terreno. Tomemos como ejemplo la evolución de la Ciudad Eterna planteada por Sigmund Freud en El Malestar en la Cultura.

Diente de leche. Fotos cortesía Fundación Titerefué

Freud dice que según los historiadores, Roma como ciudad tiene varias etapas que la preceden. El más antiguo recinto urbano fue la Roma quadrata, luego siguió la fase del Septimontium, más tarde apareció la ciudad cercada por el muro de Servio Tulio, y así fueron apareciendo las transformaciones de la República y del Primer Imperio. Hay muchas más etapas, pero lo importante para Freud es preguntarse qué restos de esas fases pasadas se hallarán aún en la Roma actual. Hoy quizá, estos lugares icónicos están ocupados por ruinas o por calles, ni siquiera son las ruinas auténticas sino son las de reconstrucciones posteriores, ejecutadas después de incendios y demoliciones. En este ejercicio Freud nos lleva a una suposición, a manera de fantasía, nos dice que pensemos si Roma no fuese un lugar sino un ente psíquico humano, podríamos decir que dicho ente tiene un pasado no menos rico y prolongado, del cual tampoco hubiere desaparecido nada de lo que alguna vez existió y donde junto a la última fase evolutiva subsisten todas las anteriores. Cuando hablamos de niño interior vemos que existe como la yuxtaposición que aún ocupa espacio en nuestro ente psíquico.

Diente de leche. Fotos cortesía Fundación Titerefué

Ese niño interior pervive en nuestro yo, como en toda ciudad también perviven espacios que nos retrotraen a esos momentos previos de infancia. Lo más seguro es que donde haya un teatro de títeres habrá un espacio donde perviva nuestro niño interior, donde los recuerdos de la infancia que nos subsisten se vuelven palpables, eso sentí al llegar al Teatro del Gallo, espacio que ha marcado historia en la escena del teatro de títeres en Quito, ubicado en la Casa de la Cultura Ecuatoriana donde fui a apreciar la obra Diente de Leche.

Yolanda Navas, directora artística de la Fundación Titerefué, dice que este proyecto busca mantener vivos la técnica y el arte del títere y la difusión de las obras escénicas a nivel popular, intentando llevar esta expresión artística a todos para descentralizar el arte. La Fundación Titerefué además es el organizador del festival Con Bombos y platillos que durante ya 23 años ha disfrutado el público y ha reunido a los titiriteros del mundo. Yolanda destaca que todas las obras que han montado son creadas desde los sentires de cada realizador a través de lenguaje de la farsa, que es el lenguaje de los títeres.

Diente de leche. Fotos cortesía Fundación Titerefué

Diente de leche, por ejemplo, es una obra para títeres y actores, un espectáculo de títeres y luz negra que narra la historia de un grupo de ratoncitos que deben mantener a salvo de los gatos un tesoro muy valioso: los dientes de leche de todos los niños. Una obra atravesada por una intensa sensibilidad. Maya Estrella es actriz de títeres, creadora de textos, y es quien ha hecho posible, junto a Yolanda, muchas de las obras presentadas en el Teatro del Gallo. Diente de Leche fue escrita por Yolanda, en la edad que su hija (Maya) estaba cambiando de dientes y luego se la reescribió cuando su nieto vivió esa etapa. Así nacen las piezas que la gente disfruta, historias traspasadas de eventos cotidianos que nos tocan a todos.

En Diente de Leche se revive la clásica historia de El ratoncito Pérez (un mito de los adultos para los niños, cuyo origen es probablemente un cuento francés del siglo XVIII La Bonne Petite Souris (El buen ratoncito). Su introducción a la mitología infantil en España se le ha atribuido a Luis Coloma, quien en 1894 escribió un cuento para el futuro rey Alfonso XIII, que entonces tenía 8 años, y al que se le cayó un diente). En la obra que nos ocupa se revive el cuento desde una perspectiva inusual; empieza en una noche cuando un extraño artefacto volador (es una miniatura del popular y tradicional carrito de helados del Centro Histórico de Quito) atraviesa el cielo del barrio San Goloteo; su piloto es, nada más y nada menos que el famoso Ratón Pérez, quien tiene como misión recolectar los dientes de leche que las niñas y niños dejan bajo sus almohadas para convertirlos en estrellas.

Diente de leche. Fotos cortesía Fundación Titerefué

Él y todos los ratoncitos que conforman la Compañía Pérez y Pérez, recorren las ciudades de todo el mundo para recolectar los dientes y llevar a cabo su noble tarea de iluminar el firmamento con nuevas estrellas. Esta vez están de paso por la ciudad de Quito, en su época art decó (1920 - 1940 aprox.). El vestuario de las actrices - titiriteras, son de tonos tierra y permiten contrastar con los colores brillantes y neón de la escenografía, que es también un guiño a la mencionada época, al igual que la música.

Es un trabajo que apuesta por la memoria, como un mecanismo de resignificación de elementos que están presentes o requieren ser incorporados al imaginario social. Su perspectiva es que la memoria social es un elemento constitutivo de la identidad colectiva y es necesario contar esas experiencias para encontrarse con el pasado, conocerlo y valorarlo.

Asimismo, se propone al público la necesidad de un acompañamiento a los procesos de desarrollo que forjan la personalidad de las niñas y niños, desde una perspectiva creativa. La dramaturgia está cargada de recursos simbólicos que dan cuenta de la importancia de la contención emocional en la infancia. Diente de leche rinde homenaje a los pequeños que dejan atrás su primera infancia;   lo hace con una explosión de color, de buen humor y de fantasía: “tres gotas de ilusión y cinco mil de paciencia es la receta para crear estrellas”.

Diente de leche. Fotos cortesía Fundación Titerefué

La escenografía está compuesta de bastidores articulados con decorados de casas y edificaciones del barrio. Los batidores son móviles y permiten cambiar la perspectiva visual, de modo que los personajes transitan por las diferentes calles. La historia transcurre en la noche y propone todo un contexto fantástico que se posiciona una vez que las niñas y niños han cumplido con el ritual diario de juegos, deberes y responsabilidades. Así, aparecen personajes como el farol de la esquina que cobra vida, los gatos que diseñan un plan malvado para robar un gran tesoro y los ratones que constantemente están en la tarea de convertir los dientes en estrellas. Pero considero que lo más importante de la escenografía es cuando se utiliza el recurso de la luz negra o fluorescente para alcanzar un clímax visual justo para mostrar la transformación de los dientes de leche en estrellas.

La puesta en escena es todo un ritual de sensaciones, de hecho El Teatro del Gallo es un espacio lleno de emociones, porque no solamente se asiste a ver una obra concreta, sino que también es la oportunidad para ver a otros títeres que en algún momento fueron los protagonistas de obras soñadas (muchos donados por el artista Pierapolo Di Giusto, que trabajó con la fundación y dejó un legado en el arte del títere en el país).  El Teatro del Gallo nos atrapa con su fantasía y su memoria, ahí están los juguetes, los colores y las sensaciones de la infancia.  

Ficha Técnica

Espectáculo apto para niñas y niños a partir de 4 años.

Duración: 50 minutos

Tiempo de montaje: 2 horas

Tiempo de desmontaje: 1 hora

Elenco:

María Alejandra Estrella N. (titiritera)

Yolanda Jacqueline Navas C. (titiritera)

Créditos:

Dirección, dramaturgia y puesta en escena: Yolanda Navas.

Titiriteras: María Estrella

Yolanda Navas

Diseño y construcción de escenografía: Julio Guevara

Utilería: Julio Guevara y Taller Titerefué

Contactos:

Correo electrónico: info@fundaciontiterefue.com / y_navas@yahoo.com

Página web: www.fundaciontiterefue.com