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ENAE: Teatro y representación / Carlos Rojas

ENAE: Teatro y representación / Carlos Rojas

En el reciente Encuentro Nacional de Artes Escénicas, llevado a cabo por la Escuela de Artes Escénicas de la Facultad de Artes de la Universidad de Cuenca y la revista El Apuntador, 2019, uno de los debates más importantes giró en torno a la representación en las artes escénicas. 

Se mostró, ante todo, una tendencia hacia lo que se denomina una propuesta de teatro de la presentación frente a las alternativas de la representación, que expresa el predominio de la posmodernidad en estos ámbitos, incluso como una moda que deja poco lugar para otras expresiones. 

Lo que sigue a continuación no es un resumen de dichos debates, sino un posicionamiento frente a estos, a partir de discutir los planteamientos de José Antonio Sánchez, quien fue invitado a este encuentro. 

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Sánchez parte de la necesidad de introducir la ética en la representación dramática; pero, esto sería imposible, porque “la representación era incompatible con la ética”, con el argumento de que la “ética tenía lugar en la vida y no en la representación de la vida ni en la representación del encuentro”. (Sánchez, 2013, pág. 177)

Para resolver esta dificultad se tendría que acudir al cuerpo, porque “hablar de una ética de la representación es casi sinónimo de hablar de ética del cuerpo… Ahora bien, el cuerpo ¿no es precisamente aquello que se resiste a la representación? El cuerpo ¿no es lo real irrepresentable?” (Sánchez, 2013, pág. 177)

Cuando se asocia el cuerpo a la imagen es que el cuerpo está ausente. Así, una ética se daría en el encuentro de los cuerpos, lo que torna a la ética radicalmente inmanente, opuesta a cualquier ética de la trascendencia, como la religión. 

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¿Cómo resolver esta serie de afirmaciones gigantescas sin mucho sustento conceptual? Sánchez acude a las diferentes acepciones de representación: teatral, mimética, rasgos comunes, actuar en nombre de. En el caso del teatro, se trata del paso de un tipo de representación a otro: “La potencia política del teatro, o más bien de la teatralidad, se asienta sobre la transición de la Darstellung a la Vertretung”.(Sánchez, 2013, pág. 180)

Pero, la representación política es ilegítima porque hace desaparecer la heterogeneidad y homogeniza al pueblo, resuelve la individualidad en una “representación absolutizada”.182 Además, de los problemas éticas de “la legitimidad para representar a esta persona” o para “convertir a esta persona en referente o en modelo, en representativa”. (Sánchez, 2013, pág. 180)

Entonces, ¿cómo es posible representar al otro en el plano dramático? ¿Qué autoriza y quién  hace esta representación? ¿Qué tiene que decir, en este caso, el representado que está ausente? Y para logar esta representación, es indispensable que:

“Quizás una primera respuesta sea la de afirmar la necesidad de ponerse en escena. Ponerse en escena no significa literalmente que el autor, el director, o el actor-autor se planten sobre el escenario y actúen en directo frente al público. Poner en escena significa más bien asumir el riesgo de la exposición, ser coherente con el discurso, comprometerse corporalmente con el discurso (sea verbal, visual, físico o virtual)”. (Sánchez, 2013, pág. 186)

Este poner el cuerpo llevaría a que el actor se convierta en “uno cualquiera”: “El actor se vacía de sí para convertirse, no en un personaje con una identidad definida, sino en “uno cualquiera”. (Sánchez, 2013, pág. 186)  Lo que conduce a que el vaciamiento del “uno cualquiera” puede estar en vez de todos. 

Sería a través del cuerpo en su in-disponer, antes que ponerse en escena, por medio de lo que se lograría representar lo irrepresentable, a aquellos completamente excluidos de la sociedad, subalternos como los llamaría Spivak. (Spivak, 2017)

Hasta aquí Sánchez. Este tipo de discursos que son frecuentes en el mundo de la representación teatral y que llevan, en gran medida la marca deleuziana, son manifestaciones de un malestar profundo con las formas de representación y con la razón modernas. Además, una inconformidad con un teatro puramente mimético o panfletario, que pretenda hablar en nombre de las víctimas o de los oprimidos. 

Sin embargo, hay un conjunto de equívocos que, a la luz de una reflexión alejada del lugar común o de la moda que se ha impuesto, se podría mostrar con bastante claridad. No se ve por qué el cuerpo tiende a ser no representable. Ciertamente, el cuerpo de cada uno es una inmediatez, pero esta ha sido conformada por su “imagen”, que está allí siempre, esté o no allí presente. La representación del cuerpo no se da solo en su ausencia, sino ante todo en su presencia. 

La inmediatez del cuerpo, como puro cuerpo biológico, como mera carne, no es accesible; por el contrario, el cuerpo tal como ha sido “construido” socialmente se ha convertido en esa inmediatez que nos sustenta. Las fallas de estos mecanismos provocan la aparición de enfermedades como la anorexia. 

Nosotros no podemos desprendernos de la imagen del cuerpo, de su constitución imaginaria. Nos percibimos a partir de la mirada cultural que se tiene sobre el cuerpo o, como señalaba Foucault, en base del cuidado del cuerpo establecido en una época y sociedad dadas. (Foucault, 2019)

Aunque tampoco se sabe por qué la ética está ligada al cuerpo y a su presencia, o por qué la ética no puede ser representada. Más aún, por qué no podría haber una ética de la presencia y de la representación. Cabe preguntarse con justeza cuándo una obra de teatro tiene un contenido ético adecuado y cuándo no, incluso en las obras directamente representacionales.

Ciertamente que, uno de los grandes problemas radica en la posibilidad de representar al subalterno, que no puede ser representado, darle voz al subalterno que no puede hablar. Según Spivak, esto es simplemente imposible, pero, en vez de renunciar sin más a su representación, tenemos que esforzarnos constantemente por imaginarnos al otro por sí mismo. O en esperar activamente que el otro pueda representarse por sí mismo. (Spivak)

En el caso de Sánchez, este problema real de la representación del subalterno se convierte, nuevamente, en una apelación al cuerpo. No es la representación clásica la que puede representar a la víctima, sino cuando el actor pone el cuerpo. 

Y poner el cuerpo significa vaciarse de uno mismo y permitir que por este medio el cuerpo del actor se convierta en “uno cualquiera” que, a su vez, estaría en capacidad de representar a todos. Este camino descrito por Sánchez no es otra cosa, si se lo mira bien, que una alternativa en el plano de la dramaturgia, de representar al subalterno en el teatro. 

Desde luego, no se desarrolla a profundidad en qué consista este cuerpo vaciado del actor que encarnaría a “uno cualquiera” y este al subalterno. Si bien coloca diversos ejemplos, en la mayoría de ellos más bien se podría encontrar el esfuerzo de los actores y directores por representar, de un modo no moderno a los oprimidos, y de mostrar los límites de toda representación de los subalternos. 

Se desprende que hará falta una larga y detenida reflexión sobre el cuerpo, sobre estas estéticas que proponen “volver al cuerpo”, cuestión harto problemática, porque no hay un cuerpo puro al que volver, sino uno que está completamente penetrado por el capitalismo, el consumo, el fetichismo. Un cuerpo alienado que es el que está siempre con nosotros. Problema del cuerpo que está directamente vinculado al tratamiento de los textos, que son el punto de ataque frontal porque trasladarían de manera preeminente, la representación. (Sánchez J. A., 2007)Pero, este será objeto de otro trabajo. 

Es útil recurrir a Husserl, incluso más allá de la fenomenología, para construir un modelo adecuado de las relaciones entre la realidad y su representación, que resulta desde su base misma bastante más elaborada de lo que se suele presentar; y sobre todo para pensar aquellos elementos que se nos dan de manera inmediata, como son los cuerpos.  

Desde la complejidad de la relación entre la realidad y la percepción, que es, de hecho, bastante elaborada y que nunca se trata de la simple reproducción figurativa de lo real, hasta las relaciones entre las maneras cómo nos representamos en ámbitos a los que están difíciles de acceder, como es el caso de la física cuántica. 

El modelo que subyace a los planteamientos Husserl, tiene que ver con el tratamiento de ese par correlativo realidad y representación, y cómo van ascendiendo en un movimiento de entrelazamiento, en donde lo que sucede en un plano tiene una correspondencia con el otro plano. 

Si se da en la realidad un proceso de un alto grado de sofisticación y de elaboración, tanto en lo físico como en lo social, la representación sigue el mismo camino; así, una realidad de alto nivel de abstracción real, tendrá como su correlato entrelazado, un tipo de representación del mismo grado de abstracción simbólica. (Husserl, 1991)

Entonces, habría una dramaturgia de la presentación/representación; esto es, un momento indispensable en donde entra en juego la percepción, el afecto, el cuerpo y otro que le sigue, que es el de su representación, en donde los pesos, los juegos, las interrelaciones, tienen que ser resueltas concretamente en el montaje. 

El montaje sería el lugar en donde se decide, entre consciente e inconsciente, el tipo de entrelazamiento que produciremos en nuestras obras, con las elecciones de estas determinadas dramaturgias. 

De tal manera que tanto el subalerno como el cuerpo con el pretendemos mostrarlo, ya que no representarlo, siempre se da a nosotros dentro de un horizonte: “Tenemos un horizonte mundano como horizonte de posible experiencia de cosas.” (Husserl, 1991, pág. 146)Este entorno está dado allí siempre como un a priori: “Y, como ya dijimos, a ello pertenece todo a priori objetivo en su necesario retroreferencia a un correspondiente a priori mundano-vital”. (Husserl, 1991, pág. 147)

Desde aquí, se conforma la experiencia, de la cosa y del mundo, así como del modo de constituirse la consciencia y, por lo tanto, la representación. 

Así que en el mundo está dado como presencia, como presentación, pero que toman en cuenta para su darse, el mundo:  “…el mundo es la totalidad de las cosas, de las cosas distribuidas en la forma mundana “espacio-temporalidad, forma “local” en doble sentido…” (Husserl, 1991, pág. 149)

El cuerpo se tematiza dentro de este mundo; este es el que permite que hablemos sobre él, que lo diferenciemos de otros, que se convierta en una cuestión problemática, hasta llegar a extremos de no reconocerlo: “Esta consideración general tendrá al mismo tiempo la función de evidenciar una esencial diferencia de las posibles maneras en las que el mundo previamente dado, el universum óntico, puede convertirse en tema para nosotros”. (Husserl, 1991, pág. 150)

Hay una unidad inseparable entre mundo y experiencia; aquí se incluye la experiencia que puede tener de mi cuerpo, cuando abandona ese estado de simplemente dado en el mundo, no tematizado. No tenemos acceso, simplemente por qué no existe como algo diferente del animal o del biológico, el cuerpo de cada uno de nosotros, previamente a su tematización. 

La pregunta por el horizonte mundando, como horizonte de sentido, en el que se da ese cuerpo, tiene que hacerse constantemente y para cada caso; porque no está dado de una voz por todas, sino por sus diferentes modos de presentarse en la realidad, tanto en las ciencias como en las ideologías o simplemente en la vida diaria: 

“Las cosas, los objetos (siempre entendidos de manera mundano-vital pura) están “dados” como cosas y objetos válidos para nosotros (en cualesquieramodis de la certeza del ser), pero, en principio, tan solo de modo que son conscientes como cosas, como objetos, en el horizonte del mundo. Cualquier cosa y objeto es algo “algo a partir” del mundo, del mundo que nos es consciente constantemente como horizonte”. (Husserl, 1991, pág. 150)

Más aún, hay que evitar quedarse en una acceso ingenuo a ese cuerpo, que contendría alguna pretendida verdad sobre nosotros mismos o que sería el vehículo de la ética que nos permite mostrar a los subalternos.

Requerimos de una actitud reflexiva y crítica respecto de los “cuidados contemporáneos del cuerpo”, de la masa de elementos ideológicos que pesan sobre este, del secuestro al que ha sido sometido por el consumo y por las ciencias, que están profundamente ligadas: “Las dos formas fundamentales de tematizar el mundo de la vida: la actitud lineal ingenuo-natural y la idea de una actitud consecuentemente reflexiva a propósito del cómo las formas subjetivas de dación del mundo de vida y de los objetos mundano-vitales”. (Husserl, 1991, pág. 151)

 

Bibliografía

Foucault, M. (2019). Historia de la Sexualidad. IV. Las confesiones de la carne.Madrid: Siglo XXI.

Husserl. (1991). La crisis de las ciencias europeas y la fenomenología trascendental. .Madrid: Crítica.

Sánchez, J. A. (2007). El teatro en el campo expandido. Quaderns Portátils 16. Barcelona, España: Macba.

Sánchez, J. A. (2013). Ética de la representación. Apuntes de Teatro(138), 9-25.

Spivak, G. (2017). Una educación estética en la era de la globalización .México: Siglo XXI.

EDGAR FREIRE y su nexo con la cultura indonesia

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