A la obra de teatro La culpa no es de los pájaros del dramaturgo y novelista gráfico Fabián Patinho, se la ha pretendido considerar como un thriller de época, de acuerdo a la acepción generalmente aceptada, capaz de instalar la trama de la historia interrelacionada en una zona de misterio y oscuridad, que retoza entre el pasado y el presente. Los protagonistas son Paulina (Salomé Velasco) y José (Eduardo Jaramillo), un matrimonio joven que espera la llegada de su primera hija, mientras procuran resolver una maldición ancestral e insondable que compromete a la familia y sus descendientes más próximos con ciertas anomalías.

*La culpa no es de los pájaros.* Salomé Velasco, Eduardo Jaramillo

Ese, sin embargo, no solo es el entresijo que desarrolla el texto de Patinho, sino el traslado de ese misterio al terreno de la subjetividad y de la existencia, (el de la sospechada maldición) donde el ser humano existe en la medida que esa existencia se convierte en una presencia posible, que se altera o se modifica en ocasiones colada fuera del tiempo. La maldición que cubre a la familia de Paulina es un momento de abstracción que se niega o se acepta cuando las relaciones sociales se intersecan con otros individuos.

Está lo que se conoce como ‘la naturaleza profunda’ del ser humano determinada por la sociedad. De ahí que las demandas de Paulina y José chocan con los mitos y las creencias desparejas. Las respuestas no son simétricas, por supuesto, porque los estímulos (tener un hijo normal, por ejemplo) corresponden a determinantes sociales sobre la conducta y el comportamiento de los individuos. Esa alta ambigüedad semántica de la obra de Patinho transmite las emociones, la violencia, la soledad que son parte de los temas paradigmáticos abordados por esta recelada ‘teoría de la subjetivad’, solo para desestimar una supuesta ‘culpa de los pájaros’.

*La culpa no es de los pájaros.* Eduardo Jaramillo

En ese espacio escenográficamente magro donde suceden los hechos que están siendo narrados, la pareja decide jugarse la vida por preservar la fábula de la transformación y de la sobrevivencia. ¿El trasfondo está en una fuerza inapresable, poco clara históricamente, suplantada por la fe, la pasión y una voluntad que termina resignándose? Lo que produce un desgarramiento desbordado es la decisión de José de ir a la guerra. Esa prerrogativa es el ingrediente para confirmar el trueque de la realidad por el ensueño. La hija de la pareja que nació con plumas, es parte de una forma de fantasía para embarullar la subjetivad enajenada. Ese revestimiento enmarca la historia (real) en una serie de apariencias que configuran los confines de lo que podría ser el nacimiento de una nueva ilusión.

*La culpa no es de los pájaros.* Salomé Velasco

Ambos, Paulina y José, recobran su naturaleza inicial y olvidan la naturaleza castigada por la vieja maldición familiar. La desmitologización (salirse del mito y de la maldición) les permite auparse en la perspectiva de una vida sin remilgos o resquemores. José regresa de la guerra para enfrentarse con su propia imagen del ser humano al que le fue arrebatado uno de sus brazos por haber servido a su país. El reflejo concreto de la realidad es ese mismo ser humano que puede conquistar lo aparentemente inaccesible. Aquella fuerza moral y espiritual de ambos es la imagen de un mundo presentido aunque también se lo puede entender como una alternativa de escepticismo para abordar el sentido de su propia redención.