LAS MUERTES (VENTUROSAS) DE ANTONIA Y BERENICE | Santiago Ribadeneira Aguirre
En la obra Seis personajes en busca de autor de Pirandello, escuchamos el diálogo entre el Padre y el Director, que tiene algunas consideraciones muy oportunas y necesarias de tomar en cuenta: en primer lugar la existencia del personaje que depende de la ficción y del espectador. En segundo lugar, la existencia del actor/actriz cuya presencia (eventual) en la escena dependerá de la propia realidad, de los contextos y de las condiciones de vida. Ambas son ‘realidades’, por supuesto, pero envueltas en rasgos específicos que demandan la necesidad de ir más allá de la ‘palabra que actúa’, en términos de acción y de pensamiento, como las maneras de ser y de actuar en el arte y en la vida.
El diálogo es el siguiente:
Director: … ¡Solo falta añadir que es más real y más verdadero que yo!
Padre: ¡No le quepa la menor duda caballero!
Director: ¿De veras?
Padre: Creí que había comprendido usted desde el primer momento.
Director: ¿Más real que yo?
Padre: Puesto que su realidad puede cambiar de hoy a Mañana.
Director: ¡Naturalmente! ¡Está cambiando siempre! ¡Como la de todos!
Padre: (Gritando) ¡Menos la nuestra, caballero! ¡Esa es la diferencia! ¡La nuestra no cambia! ¡No puede cambiar ya nunca, porque ha sido fijada para siempre… esta horrible realidad inmutable!
Se puede morir en la realidad y en la ficción. Antonia y Berenice, actrices secundarias al borde del fracaso artístico y existencial, mueren y viven para sobrevivir a su propio presente. Inventan una forma de teatro e inventan un teatro de la forma. Ambas sucumben al borde de la contradicción y la duda que les arrincona; sin embargo, el reclamo es una fórmula opaca, sin la suficiente trascendencia, porque aparece bajo el signo de la inmovilidad, del desacomodo que les ha empujado a la marginalidad.
En la obra Antonia y Berenice han muerto, dramaturgia y dirección de Sharon Olazaval, prevalece el mito doble del teatro y del arte sin teatro y sin arte, contra lo cual se alzan con una especie de humor parcializado las actrices Antonia (Laura Oviedo) y Berenice (Fernanda Corral), como la constante que busca asentar la crítica a las cosas establecidas. La consigna compartida es la de salvar al teatro de sus fragmentaciones y sacarlo de sus contenidos tradicionales, de la teosofía y la opacidad, en lo que respecta a la pertinencia artística, cultural y política.
El teatro es extraterritorial y en ocasiones sin valoración objetiva. Antonia y Berenice destacan como personajes, cerrilmente tributarios de los dogmas. Esa es la primera y necesaria muerte. Para recuperar el sueño creador, las actrices acuden a la ficción y acuden a lo imperioso de una fenomenología de los sueños (María Zambrano), del presentimiento e incluso de los desacuerdos para llegar a una franca definición de lo que es y significa el teatro como espacio para la creación de historias. Y hacia allá se dirigen: a la fábula, desprendidas de la matriz de lo puramente convencional aunque muy prevenidas sobre la creación de la palabra. Ese es el paso del sueño que las actrices interpretan a través del umbral de la realidad y de la ficción que les separa de la vigilia, del tiempo real que se quiebra.
Antonia y Berenice quieren alcanzar la realización. Y realizarse es desear entrar al ámbito del sueño cumplido, cubrirse de poesía o de verdad para alcanzar el ‘reino de la libertad y del tiempo’ (M. Zambrano). ¿Qué es la fábula? ¿Qué es la ficción? La posibilidad del intercambio de un despertar, del ver y comparecer con el sueño: el sueño de Ofelia o el sueño de Hamlet o de Melibea. O los sueños de Antonia y Berenice, atrapadas en las repugnantes calles del reino de Orión, sin más garantía para su sobrevivencia que el respaldo del arte y las ansias de representar un personaje en la sala más sobresaliente y elegante de la región.
En el marco de esta idea fulgurante del tránsito no a la muerte sino al prestigio, ellas se instalan perentoriamente en el escenario del teatro oficial al que acceden, violando las seguridades. Está por cierto la fábula trágica, que corresponde a una manera de sacrificio que es como otra muerte. Hay que dirigirse al Hades, al cumplimiento de sus destinos. (La escenografía es un marco aparatoso que desdibuja el espacio). Sin embargo, Antonia y Berenice pertenecen a otro mundo, al de la comedia que les obliga, por correspondencia y coherencia, a planificar un regreso a la espontaneidad del conflicto esencial, por el que fueron arrojadas a la vía pública, es decir, al espacio de su propia resistencia. Y la sustancia del lugar de la fábula no es la ilusión de recibir el codiciado reconocimiento de la Academia del reino, sino sentirse finalmente parte de algo más concreto.
El sueño de la iniciación comienza a quedar atrás, y mientras cada una de las actrices / personajes queda devorada por el ansia de ser siempre protagonistas, en un momento dado son parte del sueño de sus personajes que a su vez les sueñan y les ven como algo cierto, mientras afuera ha comenzado el gran momento de la revolución social con protestas y reclamos contra el reino dirigido por reyes melifluos, que promulgan reglamentos chatos, concursos amañados y opacos con los cuales el poder lava su mala conciencia.
Es el momento capital para hacer el anuncio de una pregunta final, que apenas resuena en alguna parte, como aquellos fantasmas airados del teatro que reclaman más teatro, mientras en el afuera hay una intensidad visionaria, política, trasgresora que seguramente va a contribuir a cambiar la realidad total. Es la flor del tiempo para dejar de ser el sueño votivo de otros. (Duino 1912 R. María Rilke)
FICHA TÉCNICA
Obra: Antonia y Berenice han muerto
Dramaturgia y dirección: Sharon Olazaval
Elenco: Fernanda Corral, Laura Oviedo
Producción: Gio Valdivieso
Escenografía: Carla Puente
Vestuario: David Castillo
Iluminación: Jorge Gutiérrez Durán
Gráfica: Sïames
Fotografía: Silvia Echevarría El Apuntador
MÚSICA
Nos dicen que no Letra de Sharon Olazaval /Música de Martín Mamonde
Somos tan pocos Letra de Sharon Olazaval / Música de Martín Mamonde
Quiero agradecer Letra de Sharon Olazaval /Música de Laura Oviedo
Vals de las flores de Piotr Ilich Chaikovski
Le Bourgeois Gentilhomme de Jean-Baptiste Lully
Lugar: Sala Demetrio Aguilera - Casa de la Cultura Ecuatoriana / Septiembre 2023