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 Let sleeping dogs lie /Genoveva Mora Toral

Let sleeping dogs lie . Laura Aris. Fotos Silvia Echevarria El Apuntador

Let sleeping dogs lie /Genoveva Mora Toral

“Pongo mi técnica y mi cuerpo a disposición de ideas” L.A. 

Laura Aris, la coreógrafa y bailarina que luego de haber pertenecido una década, al menos, a la famosa compañía de Win Vandekeybus, decidió, ya hace algunos años, arriesgarse como independiente, ardua tarea que sin duda implicó, no solamente dejar un asidero seguro, sino realizar todo un trabajo personal de recodificación corporal, entendiendo que no se trata de borrar la memoria, pero sí de optar por un nuevo registro, cuestión que implica más de una decisión, a nivel creativo; pues luego de haber instalado en su cuerpo un lenguaje tan potente, como el que caracteriza a la mayor parte de la obras de Vandekeybus, cuyos planteamientos se sustentan en un lenguaje que oscila entre la tensión corporal y mental, siempre al límite, movidos por un portentoso impulso físico que saca a flote lo instintivo y lo pasional, buscar una escritura autónoma requiere todo un replanteamiento físico y mental.

Let sleeping dogs lie. Laura Aris

Let sleeping dogs lie. Laura Aris

Let sleeping dogs lie es el provocativo título de esta propuesta, que juega con la ironía. Aris no quiere ‘levantar polvareda’, no obstante, nos incomoda, nos increpa con ese silencio inicial, engañoso; con la pretendida racionalidad expuesta en la obertura de esta composición dancística donde, la metamorfosis sucede y resulta imposible evadir el disturbio que sus acciones provocan.

Let sleeping dogs lie. Laura Aris

Let sleeping dogs lie. Laura Aris

Aris empieza anunciando que el cuerpo humano está compuesto por doscientos setenta huesos y que, algunos desaparecen al llegar a la adultez; que nuestras extremidades superiores e inferiores registran, por supuesto, un número; todo esto mientras va desvistiéndose, transformándose, y reparamos que los indispensables huesos no están a la vista y que ante nuestros ojos lo que prima es un cuerpo cubierto, finalmente, por la piel, un cuerpo que vive y es capaz escribir con agudeza y entrañable precisión el movimiento; porque, tal como esperamos del arte, no hay obviedad en lo que plantea, al contrario, nos coloca en la tarea de interpretar, nos empuja por el derrotero de la imaginación para volvernos, el alguna medida, co-creadores de aquello que nos entrega.

De modo que, puedo ser arbitraria y apurar una historia a partir de lo que ese cuerpo transmite, no obstante, esta opción es otro ejercicio de escritura, complejo como el desafío de leer danza contemporánea, sí que lo es. Porque, qué hacer con los desacomodos que provoca, con las emociones contenidas, con la ausencia de secuencias; con todo ese aparente capricho de un personaje que metamorfosea ante nosotros; pienso entonces en la capacidad del cuerpo para alcanzar estados de ánimo, para sostener la tensión que propicia; entender que se trata de un ser que vive, porque hacerlo es colocarse al límite, es tener cabida en la magnitud del dolor, sacarlo, o al menos intentar extraerlo de raíz, ¿cómo? mediante la ineludible metáfora, que reside ya en el gesto, ya en el vestuario, como cuando de ese traje negro extrae dolor convertido en largas tiras rojas que, casi la van cubriendo, bellísima imagen (aunque no inédita) que consigue instalar la sensación también en el cuerpo del espectador.

Let sleeping dogs lie. Laura Aris

Let sleeping dogs lie. Laura Aris

 Si las figuras retóricas llevan en sí la potencia de la concreción, trasladadas al cuerpo se potencian porque están hechas de una sintaxis contenedora de emociones, sensaciones y sonidos que emite el cuerpo de la protagonista, quiero recalcarlo, porque existe una sutil distinción entre la palabra dicha y el sonido profundo, aquel que emerge como de un espacio impreciso, herido o necesitado de expulsión, tan como ocurre en esta propuesta, donde toda esta escritura la vamos traduciendo a palabra silenciosa que atraviesa nuestras mentes, mientras miramos, elucubramos y, cómo no, también nos involucramos física y mentalmente. Es decir, ella, con su particular figura, con esa serie de acciones frente y con el micrófono, el sonido propio, el juego con la guitarra y las muy pedestres metáforas, no dejarán ni por un momento que duerman, ni se olviden las inacabadas deudas con la vida.  

 Ella ha transfigurado este material hecho de memoria y sensaciones en dramaturgia, palabra grande que encierra más de una, así constatamos que hay una dramaturgia del objeto, del vestuario, del cuerpo, que por cierto juega el papel primordial porque es un cuerpo que lleva en sí una técnica que con el andar del tiempo ha metamorfoseado en experiencia, en humanidad, en arte. 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Manual para encontrar objetos perdidos / María Dolores Ortiz

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Una mirada al Festival de Loja /Santiago Rivadeneira Aguirre

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