CON VOZ PROPIA / MARIBEL CARRASCO: “LOS JÓVENES NO DUERMEN, ESTÁN SOÑANDO Y VAN A DESPERTAR. YO LO SÉ” / Emiliano Roldós Aranda (Especial para El Apuntador)
De pequeño, algunas veces fui al teatro de mis papás a ver una obra que no fue escrita por ellos. Observaba una mesa cubierta de tela negra y tras ella, los actores sentados leyendo un texto y moviendo cántaros de papel. De mi lado, el público. Era la historia de Jacinta la que leían. Era El pozo de los mil demonios, escrita por Maribel Carrasco (Cuautla, 1964) y montada por ellos. Conforme crecía, iba entendiendo que aquella mujer que a veces veíamos mi mamá y yo cuando visitábamos México, era quien había escrito la historia de Jacinta, leída tras la mesa cubierta de tela negra. Todo junto a Maribel y su pareja Alina resultaba tremendamente divertido. A pesar de todas las veces que la vimos en esas visitas a México, no recuerdo cómo era su aspecto en ese tiempo. Hay algo de Maribel que solo permanece en mi presente. Y sin embargo, me acuerdo.
Y es que tengo más claras las veces que la he visto ahora, ya mayor. Sobre todo la última hace unos meses, que estuve en su casa. Maribel es grande a pesar de ser pequeña, y su voz es honda como su mirada. Habla suavecito, pero debajo de lo suave hay una vibración que solo existe en la “fortaleza de espíritu de la que nacemos”, que es propia de los niños. Maribel es dramaturga y actriz. El año pasado, 2023, ganó el Juan Ruiz Alarcón, premio nacional de dramaturgia. Maribel además del Pozo es la autora de Beutiful Julia, Los cuervos no se peinan, La verdadera venganza del gato Boris, El ladrón de la música, El despertar de las mujeres vampiro, entre otras obras de teatro para niños, niñas y jóvenes. Esa última vez que la vi en persona, me contó que fue algo insólito que una escritora de teatro para infancias como ella ganara un premio tal. Su hogar es amplio, blanco y con un patio socavado en el que nunca he estado. Cuando entré al Zoom de la entrevista, vi por primera vez las estanterías de su estudio. Había sobre todo libros, pero me llamó la atención una figurita de acción de lo que creo era Megaman y un dibujito de Superman. Maribel tenía puestos sus lentes que hacían más hondos sus ojos y lo mismo hacía el micrófono con su voz. Me contó que venía de un viaje por los Balcanes. Me dijo que conocer el mundo es lo más bello que hay.
Estudiaste trabajo social en la universidad de León ¿Cómo llegaste a ello y cómo esa carrera se ha traducido en tu ejercicio de escritura?
Siempre estuve conectada con las cuestiones sociales. De niña me hacía preguntas que nadie me contestaba, como por qué había gente con hambre en el mundo. No podía concebir la injusticia, no podía concebir a la gente pidiendo limosna. Los adultos pensaban que esas preguntas no eran para mí, pero los niños ven este mundo. Yo sentí que las respuestas a estas cuestiones estaban justo en el trabajo social. Pero antes yo leía muchísimo, todo lo que caía en mis manos. En trabajo social se hacen unos diarios de campo. Yo hacía casi novelas; eran novelas muy rulfianas. Mis profesores decían que debía dedicarme a otra cosa, que eso era literatura. Pero allí descubrí mi rama, mi destino. Para mí la literatura ha sido un refugio toda la vida y eso sigue siendo ahora.
¿Te parece que la literatura te acerca a la labor social, o que la literatura es una labor social?
Sí completamente. La literatura me permite abrir preguntas. Siempre me pregunto, ¿para qué sirve la literatura? No revive a los muertos, no cura las enfermedades. Pero creo que puede permitir abrir conciencias y abrir preguntas y abrir reflexiones. En ese sentido me ha acercado a eso que quería, aunque realmente nunca he obtenido respuestas a esas preguntas: ¿por qué hay hambre en el mundo?, ¿por qué hay muerte?, ¿por qué soy esta que soy y no otra?
¿Y qué pasaría si la literatura y el teatro otorgasen esas respuestas?
Yo creo que la propuesta de que lo hagan está, pero esas preguntas no tienen una contestación material; es una forma de explicarnos el mundo y si alguna vez lográramos explicarnos el mundo, se acabaría el misterio.
¿Cómo a ti como adulta te atraviesa el mundo adulto; te abarca en todos los sentidos? ¿Se manifiesta en tu edad, en tu carácter, en tu cuerpo?
Creo que no podemos pasar de largo que tenemos ciertos años y cierta experiencia. Pero estoy convencida de que los adultos no sabemos más por ser adultos; tenemos experiencia de vida, pero muchas veces perdemos la intuición, por estar en el asunto de la razón. Olvidamos otros tipos de saberes, que encontramos en la infancia y en la adolescencia, olvidamos eso. Sí escribo desde mi ser adulto, no puedo decir lo contrario; sin embargo, sí creo que mi escritura tiene que ver muchísimo con la memoria, es decir, con las preguntas que yo me hacía, cómo yo vivía, cómo reflexionaba acerca del mundo. Y creo que la escritura es un ejercicio de la memoria.
¿Cómo se le ha presentado y qué le ha hecho la sociedad del teatro y del cine mexicano a ese ser adulto, siendo tú una dramaturga mujer, casada con otra mujer, que hace teatro para niños y jóvenes?
Me han preguntado antes si siendo mujer he encontrado obstáculos en el mundo artístico. Y no, para nada. Por supuesto, ser mujer define mi manera de ver el mundo. Por otro lado, por tener una pareja mujer, nunca he sido mal vista. He tenido muchísima suerte, tengo que decirlo. Nunca he sido censurada por ser quien soy, sin embargo mi pareja sí, dentro de su universidad. Pero, remontándome a mis inicios, yo creo, hace unos 30 años, quizá algo que yo sentía era la vulnerabilidad de ser mujer, ni siquiera de ser gay, de ser mujer; a veces frente a hombres que ejercen el poder en instituciones. Entonces sí, el acoso sí lo sentí. No era acoso demasiado fuerte pero sí. Después, era extraño, porque causaba cierta fascinación, porque siempre he sido muy pequeña y entonces era como “ah, esta niña está haciendo teatro”, pero yo ya tenía mis años, eh. Sí creo que las mujeres hemos evolucionado en el sentido de defendernos y sabernos proteger, que no tendría que ser, igualmente te lo digo ahora. Sin embargo, sigue habiendo acoso, por supuesto.
Te impactó haber ganado el Premio Nacional de Dramaturgia Juan Ruiz Alarcón el año pasado ¿por qué? ¿Se ha apartado al teatro juvenil y para niños en México?
Sí, a mí me sorprendió muchísimo. Por muchos años fui candidata, pero me decían “es que estuviste a punto de ganar el premio pero se lo dieron a alguien que escribe para adultos”. Hacer teatro para niños era visto como un juego, como si me divirtiera haciendo lo que está “en el fondo de los presupuestos”. A mí me decían que empiece a hacer teatro serio, para adultos y yo les respondía que no tenía nada que decirles a los adultos. Y fuimos ganando terreno los grupos. Recuerdo que con mi primer texto, de mis primeros textos, llegué a la oficina de Bellas Artes de teatro y me dijeron: pues te vamos a dar un presupuesto mínimo y yo: ¿ah, sí? Tomé mi proyecto y dije “pues no lo hago”. Yo necesito tanto y si no, no hago este proyecto y desde allí empecé a exigir lo que necesitaba. El avance del teatro infantil en México creció con la complejización de la calidad artística y estética de las producciones. Hemos ido ganando terreno, aunque todavía los presupuestos de teatro para jóvenes son bajos. En México estamos muy por debajo de otros países como Suecia, Canadá. Allá el teatro para niños es principal. En cambio, en nuestros países todavía se está viendo. Pero yo me atrevo a decir que el teatro para niños y jóvenes que se hace en México es de los mejores teatros que se hacen en América Latina.
Hace rato me dijiste algo de la memoria en el ejercicio de la escritura y también has llegado a decir que ese ejercicio no se funda en la nostalgia, sino que en la memoria, pero también creo que esa misma memoria nace de una distancia con el pasado y también con este presente extraño que son los niños
Qué buena pregunta que me acabas de lanzar, te interrumpo allí porque es fantástico esto que me acabas de preguntar. Fíjate, has dicho algo que para mí es importantísimo. Una cosa es la memoria y otra es la nostalgia, esa es la gran diferencia entre los que escribimos teatro. A partir de la nostalgia, edulcoramos muchísimo el mundo de la infancia.
Claro, porque la nostalgia es todavía patológica.
Exacto, exacto. Añoramos lo que fuimos y te quedas en esa sensación de añoranza de lo que fuimos. En cambio, creo que al trabajar desde la memoria, trabajas sí desde aquellas preguntas que yo como artista o como ser humano me hago, pero siempre ante la mirada de otro. Es encontrar esta memoria, encontrar los lazos, entre lo que fui, lo que soy ahora, y entre el universo de la infancia y de la adolescencia actual. Con la memoria se trabaja con el presente: ¿qué de la infancia actual se conecta con la infancia mía, pasada? Porque por supuesto, la infancia que yo viví es muy diferente a la infancia que viven ahora los niños y los jóvenes; es otra cosa. Pero cómo encontrar puentes entre una cosa y otra.
Me dijiste ahorita que hay que hacer un puente: y eso requiere de la separación de dos cosas. De un lado la infancia y del otro la no-infancia. Y aunque lo segundo es el producto del envejecimiento de lo primero, me pregunto ¿en qué momento sentiste que te transformaste en esta adulta y cómo apareció la memoria en tu ejercicio de escritura?
Sí. Sabes, somos el producto de nuestra historia. Este puente que te digo se relaciona con cómo esas experiencias de vida te han llevado a tener una forma de ver. Yo creo muchísimo en la mirada, en la mirada que tenemos del mundo. No es que tú de pronto digas, ¡ah!, es que yo veo el mundo de una forma especial, sino cómo encontrar la forma de ver el mundo desde tu propia mirada. Que eso es lo que marca yo creo al artista, la forma auténtica que tú tienes de ver el mundo. Así por ejemplo tú Emiliano, tú ya tienes una forma de ver el mundo. Es tu autenticidad. La autenticidad del artista tiene que ver con esto. No todos ven lo mismo; por ejemplo, un árbol envejece ante ti. Hay gente que diría, ah, el árbol se está secando; hay alguien que diría: el árbol está envejeciendo. Y ahí tiene que ver lo que hablamos de la nostalgia. Hablar de nostalgia de pronto es hablar de añoranza. Hablar de memoria es hablar desde ti, pienso yo, desde tu experiencia de vida, pero desde una mirada no convencional hacia las cosas. Quizá… es que esta pregunta que haces me parece súper interesante, porque nunca me lo había preguntado. O sea, ¿en qué momento me transformó? No, creo que es algo muy orgánico, ¿sabes? Algo como que se da.
Te lo pregunto porque yo también lo hago. Porque uno nunca tiene conciencia de que crece, no del todo. Y me pregunto, cómo la infancia recibe la memoria, o cómo la crea. Cómo la infancia se relaciona con su pasado. Cómo la infancia es, y siempre es, la construcción activa de un pasado. Entonces, ¿qué rol juega la infancia en esa memoria y puede ser que la infancia sea el objeto de la memoria, o es otra cosa?
Creo que el cómo reciben la infancia o los espectadores un que de pronto escribo a partir de mi propia memoria, creo que tenemos que tener elementos de conexión, de estos puentes que te digo, conectar, porque si yo solamente trabajara a través de la nostalgia, o de la añoranza, de lo que fue, quedaría muy lejos para la infancia la infancia actual, pero yo he encontrado líneas de percepción, que son lo emocional. El trabajo de las emociones dentro de la infancia hace que pueda conectar desde mi adultez con la infancia. Por ejemplo, escribí un texto sobre la melancolía, y entonces alguien me decía “es que los niños no pueden experimentar melancolía.” Y entonces, mi recuerdo de mí es que yo sí era una niña melancólica. Para mí la melancolía tiene que ver con un ejercicio de contemplación, no es depresión, sino la plenitud de la contemplación. Te suspendes en una cuestión.
Es loquísimo esto que me dices, porque justo el viernes tuve en Filosofía una presentación de la melancolía.
Ah, guau. Qué maravilloso, qué maravilla. Y como te decía, entonces escribo este texto, de cómo esta niña se lanza a una barca y se da a la tarea de la contemplación. No hay nada. Creo que la infancia tiene momentos de suspensión y ahí los niños pueden preguntarse: ¿quién soy?
Sabes que siento que hay una confusión entre melancolía y nostalgia, como si fueran lo mismo. Pero en la manera en que tú lo dices es mucho más interesante pensar la melancolía en el sentido de la memoria. Además pensar la memoria como algo creativo y que la contemplación, sea pues, un ejercicio de rememorar. Como te comentaba, expuse que en el medioevo, médicamente la melancolía era “una hipertrofia de la capacidad fantasmática”, es decir, de la capacidad de creación de fantasmas, que no dejan de ser recuerdos justamente del objeto, ¿no? Luego también decía que el artista era melancólico porque tenía que mantener en su cabeza, en la fantasía, tenía que mantener y atrapar al objeto para luego poder plasmarlo efectivamente. Entonces, claro, así la memoria termina siendo un ejercicio de melancolía.
Y la melancolía vista desde un punto activo. Es decir contemplativo pero también activo. Que te mueve. Te mueve a crear.
Hablemos ahora de la infancia, ¿cómo es la mirada del niño que le lanza al adulto y cómo constituye esa mirada tu teatro?
Emi, me has lanzado preguntas que yo siempre he querido que me pregunten ¿Cuál es la mirada de los niños hacia los adultos? Esto es algo que realmente me apasiona: la relación, adultos, jóvenes, niños, para mi escritura es fundamental.
¿Cuáles son las preguntas que los niños y los jóvenes se hacen acerca del mundo adulto, que es un caos? Porque algunos escritores estamos empeñados en hablar de las preguntas que se hacen los adultos. En cambio, yo trato de colocarme en esta mirada de la infancia, incluso a través de mi adultez. Los niños miran ese mundo caótico, un mundo que los adultos enseñan tal cual, porque piensan que está bien hecho; hecho por ellos. Podemos entablar un diálogo entre unos y otros para tratar de ver en qué se han equivocado “ustedes” los adultos, “¿qué mundo han construido para nosotros?”. Aquella confrontación, rompería el mundo establecido.
En tus obras existen personajes infantiles que se enfrentan a ese mundo caótico y su conflicto es el crecer, que significa de algún modo, querer escapar del mundo, ¿qué te lleva a ti a hacer este retrato del crecer y qué alternativa hay a ese crecer atravesado por la escuela?
Fíjate que has observado esto que me encanta porque generalmente mis personajes están atrapados, pienso, en un mundo del que quieren escapar. Quizá yo veo la infancia y la adolescencia como un mundo amenazado, que no es seguro. Y fíjate que no trato de plantear alternativas, sino que los personajes se enfrentan a ese mundo revelándose. Se revelan por ellos mismos, porque aun cuando los personajes son frágiles poseen una fortaleza, que va más allá de una cuestión de valentía. Yo creo que la infancia tiene una fortaleza brutal. Pienso en niños en mitad de una guerra, sonriendo en medio de un paisaje desolador. Es una fortaleza misteriosa que hemos olvidado. La infancia sobrevive a pesar del caos. En relación con lo que te decía de la mirada, alguna vez por ejemplo trabajé con niños en una colonia muy violenta y quienes me llevaron me decían “estos pobrecitos niños, míralos”. Yo los veía jugando en medio de la desolación. Y yo les dije a mis acompañantes, pues yo creo que ellos son mucho más fuertes que ustedes. Yo pienso que cuando un niño va a ver una obra de teatro se tiene que enfrentar a personajes infantiles fuertes, que de alguna manera sobreviven, no por ayuda adulta sino por esa fortaleza de espíritu de la que nacemos. Estamos en el vientre materno, nacemos, luchando. Y sobrevivimos.
Y me decías ahorita esto de ver a estos niños y decías que tú misma no podrías sobrevivir a aquello de esa manera, ¿qué tipo de niña fuiste tú y qué ocurrió durante tu infancia que propició las preguntas que te hacías; qué relatos, qué lecturas, qué eventos?
Por supuesto que somos resultado de la vida que hemos llevado. Yo viví en un lugar donde había muchos huracanes y pude ver devastación. Entonces de pronto, desde muy pequeña me di cuenta de la fragilidad, de la vulnerabilidad, pero también de la fortaleza del ser humano; o sea pude ver como se caían árboles y pude ver como nacían otros árboles. Era una cuestión de supervivencia. Hubo situaciones en donde mis padres no estaban y de pronto un huracán y de pronto una inundación y te tienes que ir porque es peligroso quedarse allí. Pero con esto descubrí que podíamos seguir viviendo. Yo muy pequeña, a los once años, viví el abandono de mi padre, que se fue sin decir nada; y de pronto todo lo que teníamos se vino abajo. Desapareció todo: la casa, los muebles, se tuvieron que vender. Aunque yo no he vivido una guerra, aquella devastación después de un huracán era una guerra. Y puedo intuir qué podría sentir un niño en una, y puedo intuir cómo se siente un niño cuando deja su hogar. Esta es la cuestión de la memoria. Y de todas las preguntas que yo me hacía, que nadie me las contestaba. Pero todas ellas quedaron en mí. Y yo siempre digo, la literatura me salvó. A los once años, yo leí Crimen y castigo, de mis primeros libros de leer completos. Y ese libro me hizo descubrir el poder de las palabras. Que las palabras podían hacerte sentir no tan solo. Leí también desde muy pequeña, los clásicos: Julio Verne, Platero y yo me encantó (lo leí justo después de aprender a leer); los cuentos de Andersen, de los Grimm, Alicia en el país de las maravillas. Hansel y Gretel para mí es la vulnerabilidad de los niños. El mundo de los duendes y las hadas, se ha creado a partir de esa antigua práctica de abandonar niños en el bosque en tiempos de crisis. Hansel y Gretel tiene todo un sentido socio-económico.
Y además de leer durante tu niñez ¿qué llegaste a escribir y qué propósito tenía esa escritura, si es que lo tenía?
Yo creo que desde que descubrí ese poder de las palabras, escribí. Sabes que algo que me gustaba mucho era leer el diccionario. O sea, el poder de las palabras siempre me ha apasionado. Qué puede contener una palabra; una palabra es poderosa por supuesto. En la escuela, yo no era una niña brillante, para nada. Era más bien distraída. Entonces, algo que descubrí es que si yo escribía cuentos, podía llamar la atención de los demás, porque de otra manera yo pasaba desapercibida. Entonces llegó algún momento en el que escribía historietas de superhéroes, las armaba y las vendía. Me daban de pronto hasta una torta. Llegué a tener un séquito de compañeros y compañeras que me pedían nuevas entregas de la serie. De verás, entendí que ese era mi mundo, que así podía salir del común.
Tu vida gira en torno a leer y escribir ¿Crees que puedes suspender de alguna manera la lectura y la escritura; qué haces durante esa posible suspensión?Cuando no escribo ni leo, me siento mal. Surge en mí una persona que no me gusta cuando no hago algo que me saque del mundo. Diario trato de escribir, de escribir algo, aunque no sirva. Leer también trato de hacerlo a diario y a mí lo que más me gusta es leer. Y pues como todo el mundo veo tele. Me gusta mucho dibujar, tengo muchos libros de ilustración, mis apuntes están llenos de dibujos, porque siempre mis historias surgen de imágenes.
Me da mucha curiosidad siempre encontrar cosas. En el internet estoy muchísimo, porque si hay un autor que me gusta, necesito saberlo todo de él. La curiosidad es esencial para un artista, si un artista no es curioso el mundo se acaba. Y bueno, también me divierto mucho con mi pareja, que es muy divertida.
Los personajes y los mundos de tus obras son distintos: viajes épicos, niños cuervos en espacios indeterminados, o adolescentes en busca de su identidad en mitad de la secundaria ¿por qué ocurre esta variedad de la estructura mítica? ¿Cómo has explorado la mitología en tu literatura?
Sí, fíjate que identificas el sentido mítico y es muy importante esto porque todas las estructuras finalmente tienen que ver con el viaje mítico del héroe. Es un viaje de iniciación, que está muy cercano a la literatura de crecimiento, ¿no? La literatura habla de los jóvenes o los niños a través, enfrentados a conflictos, de estar atrapados en algo y luchar por salir.
Al principio mencionaste algo sobre Canadá y Suecia, ¿se ha implementado en tu teatro y en el teatro para jóvenes en México en general, esa modalidad en la que si bien hay una dramaturgia adulta o externa, son los jóvenes quienes dirigen?
Hay pocos grupos que lo han hecho, yo he tenido la suerte de participar. Me han llamado algunos jóvenes para escribir junto con ellos. Por ejemplo en Guadalajara hay todo un movimiento de estos grupos, que trabajan sin tener director adulto, sino que son los chavos en colectivo. Es un teatro muy físico, es un teatro también muy confrontativo al mundo adulto. Es un teatro que habla de la desesperanza. Yo he trabajado dos que tres cosas con jóvenes, y hay mucho interés en hablar sobre las autolesiones, el suicidio y la falta de perspectiva sobre el futuro, más que de parejas, más que del amor. Es algo muy interesante porque es un desencantamiento del mundo, el no creer más en promesas y eso es algo propio de este país. Los chavos tienen mucho que decir. Hablar de estos temas es su manera de afrontar; es su forma de simbolizar el mundo. Y hay distintas formas de simbolizar: unos a través de la violencia, otros a través de la música, de la literatura y también del teatro, y también de la desesperanza. Escucho muchas veces a los adultos decir, “ah, no, los jóvenes están dormidos”, y yo digo: los jóvenes no duermen, están soñando, y van a despertar. Yo lo sé. Y este desencantamiento tiene que ver con el mundo de hoy, que no es un mundo muy prometedor.
Ser joven en México históricamente ha sido un peligro.
En nuestros países los jóvenes desaparecen, o sea, los hacen desaparecer. ¿Cómo es eso? ¿Cómo es que ser joven en este país es estar en la cuerda floja? Que ser joven no te permita salir al mundo a explorarlo porque tienes miedo. En nuestros países pueden desaparecer estudiantes y nadie dice ni hace nada al respecto, ¿qué esperanza de vida tienen? Es un mundo de supervivencia. Y ha cambiado la visión de futuro. En nuestros tiempos, en los tiempos de tus padres la visión de futuro era: estudias, vas a trabajar, vas a tener una casa, vas a tener familia, ¿qué es hoy el futuro para los jóvenes?
Los jóvenes y los niños que soñamos y que sueñan en México, en Ecuador, en Suecia, en todas partes, ¿qué vamos a escribir?
Yo tengo esperanza. Yo creo que se está fraguando, que los jóvenes están fraguando un lenguaje, nuevos lenguajes. Que los jóvenes y los niños sí pueden ser capaces de encontrar una forma de ver el mundo muy diferente a la nuestra y que va a ser revolucionario. Incluso el no hacer nada es revolucionario. Y tengo esperanza en los jóvenes de Suecia, de China, de Ecuador, de Tombuctú. Y ojalá que me toque verlo.
Las notas
Emiliano Roldós Aranda: Nacido en Guayaquil, Ecuador, 2007, de papá ecuatoriano y mamá mexicana. Siempre escribió; de niño amaba dar y recibir historias, y constantemente imaginaba que era científico o jugador de hockey. Es fanático de los videojuegos de rol y fantasía. Le fascina la filosofía, tanto, que de grande quiere seguir haciéndola.
Lxs Cuervxs no se Peinan, dirección coral Muégano Teatro (2022-2023), texto de Maribel Carrasco, Premio Nacional de Dramaturgia de México, 2023
Maribel Carrasco: Nació en Cuautla, Morelos, el 8 de julio de 1964. Dramaturga. Estudió Trabajo Social en la Universidad de León, Guanajuato. Es actriz y diseñadora de títeres y vestuario. Imparte talleres de dramaturgia para creadores artísticos dedicados a la escena para público joven. Sus obras han sido representadas en México, España, Canadá, Italia y Colombia, así como en festivales y en encuentros sobre dramaturgias nacionales e internacionales. Ha publicado sus obras en la revista del CITRU y en Paso de gato, lo mismo que diversos artículos sobre la puesta en escena de obras para niños y jóvenes. Sus obras han sido traducidas al alemán, italiano y francés. Becaria del FONCA en los rubros de dramaturgia (Jóvenes Creadores) y títeres y guiñol (Ejecutantes). Premio Nacional de la Juventud 1987 por Cuando el tecolote canta. Forma parte del SNCA. Premio FILIJ de Dramaturgia Infantil El Mejor Teatro para Niños 1996 por La verdadera venganza del Gato Boris. Premio Nacional para Obra de Teatro para Niños 2009 por Niño de octubre. http://www.elem.mx/autor/datos/108807
Gana Maribel Carrasco el Premio Nacional de Dramaturgia Juan Ruiz de Alarcón 2023
Boletín No. 527 - 03 de mayo de 2023
El jurado, integrado por Nora Coss, Perla de la Rosa y Zuelika Martínez-Jiménez Pretelini, emitió voto de manera unánime
La Secretaría de Cultura federal y el Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (Inbal), a través de la Coordinación Nacional de Literatura (CNL), y el gobierno del estado de Guerrero, mediante su Secretaría de Cultura, dan a conocer el Premio Nacional de Dramaturgia Juan Ruiz de Alarcón 2023.
El jurado, integrado por Nora Coss (Premio Bellas Artes Juan Rulfo para Primera Novela 2018), Perla de la Rosa (directora, actriz y dramaturga) y Zuelika Martínez-Jiménez Pretelini (ensayista y escritora), decidió galardonar la trayectoria de Maribel Carrasco, quien es dramaturga, actriz y diseñadora de vestuario.