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PRIMERA LLAMADA, UN VIAJE DEL PENSAMIENTO

PRIMERA LLAMADA, UN VIAJE DEL PENSAMIENTO

Si admitimos que la idea de cultura es muy diversa, contradictoria en algunos casos y que además depende desde dónde se le formula, cualquier propuesta hecha desde algunas de las esferas públicas u oficiales siempre va a estar condicionada por la ideología, la política, la perplejidad, hasta por la ansiedad. Lo cierto es que la cultura es apenas un enunciado poco virtuoso, de segunda mano en cualquiera de las propuestas, oficiales o no. ¿Se puede concebir la manera de vivir, de pensar, de actuar, de establecer relaciones con la naturaleza, de comunicarse, de construir una comunidad lejos de la cultura, del arte, del pensamiento?

La cultura es una forma de transitar, de crear ficciones monumentales, de transformar lo que se ha contemplado en un nuevo paisaje visual, sonoro, táctil, sensible, en una nueva manera de vivir, más justa, más equitativa, más próxima al Otro. El arte y la cultura son maneras de entender la realidad, de ensayar una lectura para realizar la exégesis que nos convierta en seres que sueñan. La cultura es un viaje del pensamiento compartido. Hay siempre una relación nueva, diferente con los asuntos de la cultura y del arte que puede llamarse estética, si miramos exclusivamente las formas. Y más allá de las formas están los actos y una idealidad que se repleta de sensibilidades, de multiplicidades de denominaciones como intercambios constantes, plausibles y severos bajo el alero de la vigilia, las evocaciones y los pálpitos.

Es la reflexión del tiempo y es la reflexión del espacio lo que se comparte a través de las expresiones culturales. Es el surgimiento de lo que Rancière quiso llamar ‘democracia estética’ lo que permite que el susurro (las resonancias) concebidas por el imperio creativo, pudieran ser el lugar de un encuentro fecundo entre la cultura y la democracia, que no pueden funcionar por separado. No hay conclusiones últimas sino temblores. Como cuando el pájaro deja la rama temblando para echarse a volar o a soñar. “No concluir, no afirmar, sino ‘murmurar’, como lo hace el viento entre las hojas, esas hojas entre las cuales se teje la tela de araña: es ese, afirma el poeta, el modo de comunicación propio de la formación de una democracia sensible efectiva” (Rancière El hilo perdido 2014)

Todas estas breves cavilaciones no tienen la intención de hacer un ejercicio ideológico, antropológico o sociológico de la cultura, sino la revisión del contenido de los Planes de gobierno de los candidatos finalistas a la presidencia de la república, en los acápites que corresponden a cultura. La primera constataciones es que, en ambos casos, el elemento cultura no está considerado como un eje articulador del futuro plan de gobierno. En esa visión de país, están la reactivación económica y la recuperación institucional. La planificación del país desde la inversión nacional e internacional y la justicia. La cultura casi es un accesorio anexado a los planes de gobierno, sin muchas precisiones para su puesta en práctica.

El proyecto de ADN esboza un “Plan nacional de promoción de la cultura: a través de programas de difusión, apoyo de la producción y exhibición de obras artísticas, literarias, musicales y cinematográficas”. Y más allá: “Promover alianzas estratégicas basadas en la cooperación interinstitucional en ámbitos de cultura, innovación, saberes ancestrales, tradiciones y fusiones étnicas, con el objetivo de alcanzar un intercambio integral de conocimientos culturales”. La candidatura de la RC habla de “Justicia decolonial, plurinacional e intercultural”. Se introducen los términos ‘explotación y dominación colonial’ como mecanismos de afectación de la estructura social. Y se promueve una ‘justicia intercultural’ que solvente espacios de diálogo y entendimiento entre ‘diferentes sistemas de conocimiento y cosmovisiones’. En otro acápite se indica: “Recuperar, revalorizar y proteger los conocimientos tradicionales y ancestrales en el marco del respeto a la diversidad, la equidad epistémica y el diálogo de saberes”.

En fin, que por un lado se generaliza alrededor del término cultura, y por el otro la propuesta se asienta en sus condicionantes ideológicos, sin entender en los dos casos que la cultura también es un producto histórico (F. Tinajero) y que los artistas y creadores, hasta donde ha sido posible oírles, demandan la ‘tarea de reestructurar desde sus bases la organización de la sociedad’ (FT),  para que la cultura, el arte y el pensamiento puedan desarrollarse en términos de justicia y equidad. El Apuntador

EL BUNBURISMO SE TOMÓ EL TEATRO VICTORIA | Jhonatan Salazar Achig

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PINXAME O LA PIEL / JARDIN Y ALAMBRE | Juan Manuel Granja

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