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Todos los ríos van al mar/ Mario Maquilon

Foto: Juan Carlos Castro

Todos los ríos van al mar/ Mario Maquilon

La multiplicidad y la unidad son dos caras de la misma moneda; no hay la segunda sin la primera. Desde cada uno de los elementos que conforman una casa hasta la multitud dedetalles que integran un paisaje. Y como ejemplo representativo, la confluencia de la muchedumbre. El transitar conjunto de miles y millones de personas que en sus devenires se rozan, se chocan, se abrazan y se sueltan. Emerge así una coreografía de lo cotidiano cuya configuración pareciera estar inscrita en el código genético, y que por tanto, tiene connotaciones identitarias: los tránsitos esculpen los caminos.

Un microcosmos de lo anterior puede hallarse en Nomades, del colectivo multinacional Nomade Dance.

El grupo, integrado por Nano Luque (Ecuador), Rose Sall Sao (Países Bajos), Alicia Verdú Macián (España), Juan Sánchez Plaza (España), e Isabel Álvarez (España) se conformó gracias a los encuentros que la danza propició entre sus miembros. Los diferentes lugares de origen y de residencia (Londres y Barcelona) inspiraron el nombre de la agrupación, en tanto un nómada es quien puede llamar hogar a cualquier emplazamiento al que arribe, lo cual fue precisamente lo que les llevó a conocerse. Por ello, para ellxs la noción de comunidad y de apoyo mutuo es fundamental.

Nomades se presenta como un punto de convergencia para la circulación de los cuerpos. Por tanto, el desplazamiento constante emerge como uno de los rasgos distintivos de esta obra: movimientos a través de la carne y el espacio. El escenario adquiere entonces una cualidad alegórica mediante la cual se desenvuelve la narrativa de la pieza, en tanto es la travesía sobre las tablas la que otorga el momentum que propicia la intensidad del encuentro. La distancia recorrida se absorbe en los músculos.

El trecho entre las presencias comienza a desvanecerse con la mirada. Incluso antes de la cercanía, ya ha comenzado el contacto. Lxs bailarines de Nómades convierten sus ojos en manos para enlazarse con las otras individualidades con las que comparten espacio. La sensación de observar y sentirse observadx se convierte entonces en un núcleo temático de esta propuesta. Hay en el choque ocular la posibilidad del reconocimiento propio y mutuo. Por momentos, el cuerpo se dispone como extensión de la mirada, como armazón que posibilita su proyección y que convierte al otrx en un destino y en un punto de peregrinaje.

Tras el avistamiento, acontece la dialéctica corporal en la que se encuentran las materialidades en una dinámica de metamorfosis. Lxs bailarines se entregan a las manos que les reciben y se dejan manipular por ellas. Surge así el acompañamiento como fuerza creativa y la otredad como energía motora. Esto se puede apreciar en la forma en que cada unx de lxs miembros del elenco pareciera dirigir in situ los movimientos de sus compañerxs, rearmando y reajustando su posición y disposición corpórea, guiándoles incluso a través del escenario. De esta forma, se construye un compás compartido, uno que solo puede aparecer en la frontera entre las subjetividades.

Así, Nomades, presentada en el Festival Internacional de Danza Fragmento de Junio, pone de manifiesto, a través del cuerpo, la extrema complejidad de las relaciones humanas y las dinámicas de poder y control que se suscitan entre las personas. Precisamente, la danza ofrece una vía para reflejar estas dinámicas con mayor transparencia que el lenguaje, el cual implica ya una traducción, mientras que la fisicalidad se constituye como la primera instancia para la impronta de las emociones y pensamientos. Y también, como el vehículo para la migración hacia la alteridad.

La encarnación del antagonismo /Mario Maquilón

La encarnación del antagonismo /Mario Maquilón

Los sortilegios de la pendiente: reseña de Colina Abajo / Mario Maquilón

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